Tal imagen enriquecedora es percibida en la Escuela Primaria “Álvaro Morell Álvarez”, convertida en un baluarte de la batalla ideológica, por la profusión de métodos de educación patriótica entre los niños , período de la vida en que se sedimenta con mayor alcance la comprensión sobre los hechos de las gestas libertarias.

Para Ariadna Pirez González, maestra de Historia de Cuba de  sexto grado, ciclo en el que imparte esa asignatura, los nombres de Fellín (Alfredo Aguilar Frexas) y de Pedro (Pedro Ojeda Baños), resultan familiares.

Ambos, aunque no son los únicos de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, sostienen periódicamente encuentros con los estudiantes. De manera peculiar hablan de nuestra historia reciente.

A Fellín los compañeros de la asociación lo consideran el máximo inspirador del didáctico programa de conferencias, asumida sin esquematismos y sí con la dinámica de que en la memoria de los escolares perduren los conocimientos.

Ojeda, con 78 años, no se apena en decirlo, de que a veces los muchachos sacan preguntas debajo de la manga y los ponen a pensar.

“Las respuestas tienen que ser convincentes y con ejemplos prácticos. Este es un espacio de formación de convicciones de las nuevas generaciones, complementada en  las clases de los maestros. No siempre es bien aprovechado”, razonó el interlocutor, floridano de nacimiento.

Fue en esa ciudad, donde aprendió a hacerse revolucionario, al integrar una célula del Movimiento 26 de Julio y comprender las desigualdades y los abusos cometidos por el régimen de Batista.

 En la cueva California el 16 de junio de 1957. En primer plano a la izquierda aparece Alfredo Álvarez Mola. Arriba, también a la izquierda: Fellín En la cueva California el 16 de junio de 1957. En primer plano a la izquierda aparece Alfredo Álvarez Mola. Arriba, también a la izquierda: FellínFellín alcanzó madurez en las luchas estudiantiles en la ciudad de Camagüey, junto a uno de sus inseparables amigos, Alfredo Álvarez Mola, quien con su sangre abonó la obra iniciada por Fidel. La posterior incorporación a tareas especiales lo graduó como revolucionario, vivencias difundidas por él con modestia.

La opinión de Ariadna no podía faltar: “Ellos hace dos años vienen relacionándose con nuestra escuela. De verdad es un aporte grandísimo; los niños se motivan por sus vivencias, en particular en el trabajo con la Historia, con la Patria, inclusive con Camagüey.


“Es muy difícil encontrar en libros experiencias reales de la actividad revolucionaria en Camagüey de todas las etapas”.

Asegura la joven educadora de que los combatientes van allí periódicamente, incluso, los Día de la Defensa, dan sus charlas “más bien conversatorios e intercambian con los niños. Estos le hacen preguntas y ellos responden las inquietudes. El lugar no puede ser mejor: La sala de Historia con que cuenta la escuela”.

Significó que la experiencia aporta a que los niños tengan más conocimientos de Historia y de la localidad, algo importante. No solo hablan de Historia sino de personajes de la localidad que a veces olvidamos y presentan cuestiones novedosas que hasta mi me ha sorprendido”.

El reloj marca casi las 8:00 de la mañana. La conversación se interrumpe para escuchar el Himno Nacional. En minutos se iniciaría las clases en todo el plantel, uno de los primeros en la provincia en recibir los beneficios de la reparación capital del viejo inmueble, insertada en la Batalla de Ideas. Hoy se conserva como el primer día.

Al azar escogimos a Dianelys Gil Andujar, Zoila Estela de La Fuente y a Carlos Armengol García, quienes han vivido esta experiencia.

Los tres coinciden, con diferentes enfoques que el trabajo de Fellín y Pedro “nos ha permitido profundizar en cosas que nosotros no imaginamos” (Zoila). “En los libros a veces no aparecen acontecimientos de la Historia de los mártires de nuestras escuelas. Aprendemos más sobre el Che y Camilo” (Dianelys).

El último encuentro fue el 28 de octubre, fecha de la desaparición del Señor de la Vanguardia. Prestaron mucha atención y aprendieron pasajes muy interesantes del Comandante de la Sonrisa eterna y de su estancia en la provincia antes del Triunfo de la Revolución y durante la traición de Hubert Matos.

“Nos ayuda mucho a elevar el nivel cultural desde el punto de vista histórico”, afirmó Carlos.

De la escuela nos marchamos con la seguridad de que la costumbre que se enraíza en el centro, quizás no sea la única en la provincia, deba multiplicarse para que los niños sepan que quienes hicieron la historia fueron hombres y mujeres de carne y hueso.

Los mártires y los héroes que hoy viven posibilitaron que tengan educación y salud gratuitas, derechos de los que se ven privados millones de infantes en el mundo.

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