Camagüey.- El encuentro ocurrió en la sede de la Sinfónica en medio de los ensayos; al día siguiente sería la presentación. Nada de más tarde o mañanas. Accedió inmediatamente sin peros mediante. Ya en el concierto confirmé el calibre de este hombre; a mí me basta para medirlo además de por su talento, por su sencillez y su generosidad.

Así redescubrí a Polito Ibáñez, el cienfueguero orgulloso, el actor de formación, el músico de actitud, el tipo chévere y fuera de serie que le canta a la vida. Ojalá esta entrevista abrigue--comunique algunas de sus pasiones más desnudas.

“No me considero buen actor, desde que estudiaba la carrera en el Instituto Superior de Arte (ISA) me percato de esto. Según mis compañeros de estudio sí, pero yo nunca me lo creí (risas).

Incluso estuve tres años ejerciendo la actuación, mas también me alejaron de mi profesión los resultados como compositor y trovador, ya era menos el tiempo que le dedicaba al estudio de los libretos; empecé a tener éxito con la guitarra y finalmente me decidí por este camino. Además, el amor por la música me acompañó desde pequeño”.

 Tus composiciones se caracterizan por la reflexión, por la comunión entre tus ángeles y tus demonios. Además de satisfacerte, qué persigues en el público.

Yo quiero generar inquietudes y opiniones en la gente. Quiero provocar la meditación, las reacciones sanas y otras no tanto, corro ese riesgo; pues mis canciones pueden ser interpretadas de manera diferente a como las concibo, que mi intención o el valor ético intrínseco de una canción sea entendido de muy variadas maneras. Pero, así sucede con las letras polisémicas, con las que tienen contradicciones en sí mismas, con las que permiten que el público se las apropie desde una lectura o de otra.

“De manera general pienso que soy un autor al que le place propiciar la reflexión en las personas, descubrirle a quienes me escuchan acontecimientos simples de su vida de los que a veces no son conscientes; que encuentren en mi música respuestas a preguntas que muchos nos hacemos y un aliento para continuar la búsqueda”.

 ¿Cómo defines en la actualidad a la Nueva Trova?

 Yo no creo que sea un movimiento muerto aunque muchas personas opinen lo contrario; pienso que eso es imposible mientras exista Cuba con sus esencias bien definidas, que no son solo las cuestiones del orden político, hablo también de nuestra identidad, de las inquietudes propias del cubano generadas a partir del antes y el después del proceso revolucionario. Tenemos formas distintivas de ser y de pensar y esto es materia imprescindible para los creadores de la composición trovadoresca pues es muy común verlos apegados a su guitarra descubriendo armonías y sentidos con el fin de proponer.

Mientras contemos con ello es difícil que el movimiento de la nueva trova se extinga aún cuando compita con otras tendencias actuales como el mismo reggaetón; todavía hay muchos jóvenes que a sabiendas de que los trovadores no podemos vivir de lo que hacemos siguen con su instrumento a cuestas. Considero que es un movimiento muy sólido y que está lejos de desaparecer.

 ¿Existe un divorcio en tu carrera entre el pop y el rock, que también cultivas, y la trova? ¿Cómo te planteas esta convergencia de géneros?

El pop y el rock tienen ciertas características que difieren de la esencia de la nueva trova o todo lo demás que se conoce como canción inteligente latinoamericana; son más libres, responden menos a un concepto estático en las bases rítmicas. No obstante, el movimiento de la nueva trova ha sido lo suficientemente sutil como para apropiarse un poco de esos géneros y armonizarlos. Así pasa también con el jazz, el bossa nova o la canción folklórica; más que un divorcio existe una comunión donde los trovadores – hablo no solo de Polito Ibáñez-- hemos encontrado elementos para expresar nuestras letras a través de maneras más bellas, más orgánicas, más auténticas. Creo que es muy enriquecedora esta sintonía más allá de mi caso particular, porque lo veo en muchos trovadores cubanos, incluso de otras geografías.

 ¿Cómo descubres que un tema puede convertirse en canción?

Hay algo que desde el principio te dice: sí. Puede que la musa se haga cómplice y encuentres un buen motivo textual o se te ocurra un estribillo que adivinas va a gustar, una letra que promete. Son cosas que me suceden; no puedo preestablecer que será un buen tema pero sí intuir si merece la pena apostar por esa idea.

 Una vez definiste al arte como una estructura, ¿tiene que ver el proceso de la composición con ese concepto? ¿Cómo lo asumes?

A partir de las herramientas que adquirí en el ISA aprendí que existen estrategias comunicacionales que enseñan cómo pensar en el espectador para llegarle con lo que hacemos. Los seres humanos reaccionamos ante lo sensible, mis emociones pueden ser las de cientos de personas. Para no pecar de triviales hay que definir la estructura del mensaje que uno se propone sin descuidar los sentidos; a veces con la letras de las canciones uno es capaz de recordarle olores, vivencias a la gente. Por eso en todo proceso de creación hay que tener en cuenta su composición básica e idear la obra – cualquiera que sea-- en términos de comienzo, desarrollo, clímax y final.

Quizás a veces esto no me sale como quisiera o cumplo el proceso de manera inconsciente, pero sí trato de llevar estos conceptos a la realización de un disco, no porque piense en él como producto de mercado, pues no priorizo esos caminos; cuando reelaboro una canción lo hago en búsqueda de los puntos de esa estructura para lograr de manera más directa la comunicación, el intercambio con el espectador, el cual es parte esencial de la función de todo artista.

 Háblanos de Ante tus ojos, ¿qué significa este disco hecho desde y para la música sinfónica?

Este proyecto sinfónico que ahora presento es un viejo sueño. Desde mis años en la universidad quería musicalizar poemas de mis escritores cubanos favoritos. Hace mucho tiempo atrás musicalicé el primero, Angelus, de Alex Pausides, y le puse piano y violín; ese día descubrí la necesidad de aventurarme en la música sinfónica. No fue algo que perseguí, más bien me descubrí a mí mismo en esos resortes y quise lanzarme a ello. Ante tus ojos, fonograma de 12 temas, contiene poemas de Eliseo Diego, Carilda Oliver, Nancy Morejón, Miguel Barnet, también dos intentos míos.

 Hoy tengo un proyecto sinfónico y no quiero que se pierda, estoy trabajando en ese empeño. La disquera Colibrí, con la que grabé la realización, no le ha prestado mucha atención realmente, ya hace dos años y aún el disco no sale, mas yo confío en el producto, estoy contento con lo que logramos. Con conocimientos teóricos de lo que es el arte creo que este es un proyecto con posibilidades reales de darle comida, como digo yo, a los artistas sinfónicos, a veces tan mal pagados. Esta es una oportunidad para intercambiar y alimentarme de músicos muy talentosos como lo son los sinfónicos cubanos.

 ¿Cómo piensas a Camagüey?

Mira, me hablas de Camagüey y no puedo evitar recordar el concierto que hice aquí cuando era transmitida la telenovela Doble juego, fue el de más público en toda mi vida pues se reunieron miles de personas en la Plaza de los Trabajadores, totalmente colmada, y en las calles aledañas. Realmente Camagüey fue un punto de giro en mi carrera; nunca había tenido esa concurrencia hasta aquella gira que hice por Cuba, y ese regalo me lo hicieron ustedes en esta tierra. Fíjate que si Televisión Camagüey me propusiera componer para algún serial yo con gusto le hago la música y sin pedir ni un centavo a cambio.

¿Qué sombras o luces apasionan la búsqueda de Polito Ibáñez hoy? ¿Cuál es el color de estos empeños?

Sombras amarillas definitivamente… Aunque te digo algo: más que perseguir sombras amarillas ando en búsqueda de la luz y entonces lo digo como un contrasentido y me presento como un cazador de sombras cuando en realidad voy tras la luz, una luz que me alumbra interrogantes que, con el paso de los años, subsisten en mi vida. Me conozco, sé quién soy como ser humano, pero hay muchas respuestas que sigo buscando desde la música. ¿Quién sabe?, quizás un día se me revelan a través de la canción.

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