CAMAGÜEY.- Esta es la historia de una madre devota que no se cansa de procrear. Su nombre es Carmen y esa que mencioné, su mayor pasión.

Entonces, no podía ser de otra manera: pegada a la máquina de coser la descubrí fecundando a sus descendientes. Pues sí, es la historia de Carmen Soto González, la artesana, la muñequera, la líder del proyecto Carsueño, la mujer sensible y optimista.

Por estos días ella y su tropa están próximas al cuarto mes de gestación del bebé nada prematuro que ya tiene nombre. Será la hermana menor de la Leonor de 22 metros nacida en el 2010, pero María Parchito ya avisó mediante la ecografía que tendrá mayores proporciones.

“Escogimos María porque es un nombre muy cubano, y esa será su esencia; todas las personas tenemos algún familiar o conocido llamado así y queremos que tanto niños como adultos se sientan identificados con esta muñeca gigante que, además, será completamente de parches”.

Apenas rebasado el primer trimestre y ya la parturienta y sus discípulos han dispuesto que María Parchito conocerá el mundo el dos de febrero de 2016 con una saya holgada de muchos colores y punta de encaje, aunque aún no cuenten con los 88 metros de tela requeridos para el vestuario. Por eso reclaman la ayuda de todo aquel que se sienta camagüeyano de alma porque la Parchito “estará dedicada de manera especial al pueblo de esta ciudad en la celebración de su aniversario 502”.

Y como no hay límites para sus empeños, también tendrán listos para la fecha del advenimiento, el doble de la cantidad de metros que mida María Parchito en juguetes de tela para regalar a los niños de las salas de Oncología y Nefrología del Hospital Pediátrico Eduardo Agramonte Piña.

Esta mujer de virtudes mansas que duerme y conversa con sus muñecas encuentra su móvil mayor en la consagración al mejoramiento de la existencia cotidiana de todo el que acuda a ellos. “Nosotros trabajamos con niños en los talleres de creación, pero también con adultos que quieren superar algún obstáculo en su vida uniéndose al trabajo en Carsueño”.

Pero casi al final de su derroche, tanto de sensibilidad como de palabras, Carmen había olvidado hablarme de su Hospital de los Juguetes. Supe de su existencia cuando llegó, en medio de nuestra conversación, una señora de la tercera edad, toda ilusión, porque confía en esas manos de cirujana polichinela para la restauración de su “payaso especial”.

“Aunque no hemos dejado de curar, ya pronto estará lista la sala con camilla, botiquín y actas de ingresos, pues los familiares necesitan ver que sus enfermos serán bien atendidos”, manifestó con la mayor sinceridad esta artesana de la ternura.

La unidad asistencial ya casi luce como nueva, María Parchito nacerá a inicios de febrero, sus aprendices desde la de 9 hasta la de 90 años seguirán recibiendo sus enseñanzas más talentosas, y ella simplemente continuará lactando a todo y todos lo que decida crear en su rincón de la Plazuela Juana del Castillo; y todo ocurrirá sin tropiezos porque ella, la camagüeyana Carmen de Carsueño es de esas mujeres que sostienen el mundo como alguna vez reconoció a este sexo el egregio Gabriel García Márquez.

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