SIBANICÚ, CAMAGÜEY.- Nueve días después del inesperado encuentro con Fidel Castro, Dáynell Sánchez Carmenates no hacía más que hablar de que lo observó coherente, lúcido y lleno de optimismo.

El joven maestro quesero de la fábrica de Sibanicú, con 35 años sobre sus hombros, fue uno de los tres camagüeyanos participantes en la segunda fase de un ciclo de casi un mes de preparación en torno a la especialidad, concluido el pasado 10 de julio, en el Instituto de Investigaciones de la Industria Alimenticia, de El Guatao, en La Habana, junto a otros 16 de diferentes provincias del país.

“Resultó una sorpresa grande. El 3 de julio cuando llegamos al instituto estaba Fidel, una experiencia que nunca había vivido, de tenerlo tan cerca; por televisión y en tribunas abiertas lo había visto”, fue lo primero que exclamó, sabedor de que es una vivencia personal para la historia.

--¿Qué pasó cuando vieron a Fidel?

-- Yo pensaba que era mentira. Me puse nervioso, sudaba frío, no sé de qué manera, pero después contactamos con los otros compañeros y les ocurrió lo mismo.

--¿Qué enseñanza te dejó el encuentro?

-- Él nos habló de que la producción de queso en Cuba hay que rescatarla y nos impregnó el espíritu de transformar la situación y alcanzar altos niveles de producción y de calidad que había antes del período especial.

Fueron más de cuatro horas. El Líder Histórico de la Revolución cuando conversaba con el representante de la fábrica de Morón, en la región de Ciego de Ávila, quien desde hace 22 años elabora un exquisito queso condimentado con el nombre comercial El Favorito, preguntó por la representación de Camagüey.

La indagación la realizó después de degustar ese queso, aunque, en realidad, todas las fábricas llevaron una muestra para que se comprobara la calidad de cada una de sus facturas.

“Fue un orgullo que se acordara de nosotros. En realidad le gusta el queso de Camagüey”, subrayó Dáynell y luego relató la etapa de aprendizaje sobre la tecnología, textura y habló de muchas cosas más, “siempre se aprende algo”, dijo.

De la industria sibanicuense no podíamos marcharnos sin actualizarnos de los resultados productivos. Lorenzo Delgado Delgado, administrador de la fábrica hizo gentilmente un alto en el consejillo para informar acerca del cumplimiento del plan hasta la fecha y el nuevo compromiso con Fidel, al recordar la visita que realizara él allí el 25 de julio de 1989 cuando faltaba poco para la puesta en marcha de la industria.

“Es un gran reto para nosotros continuar con las producciones para el consumo nacional y el turismo y aparejado a ello, tener la posibilidad de retomar surtidos, como el queso azul, elaborado hace más de 20 años, para sustituir importaciones.

“Al tiempo de darle continuidad al mejoramiento de las condiciones de la instalación civil y tecnológica, como el laboratorio para realizar el cultivo, área susceptible de recibir nuevas técnicas, un pozo, la primera etapa del banco de hielo, trabajamos en la instalación de una nueva bomba para el sistema de frío y en los medios de transporte”.

Hasta el cierre de junio había un déficit de unas 50 toneladas de queso, motivado por la no entrega de leche en los niveles previstos durante enero, febrero y marzo que en criterio de Lázaro Hernández Robles, jefe de producción, es alcanzable con el reforzamiento de asignaciones de la materia prima fundamental, enviadas desde los establecimientos del sector de territorios como Cuatro Caminos, Jimaguayú, Nuevitas y Florida.

Dáynell vino con las pilas cargadas para Sibanicú, presto a hacerlo todo como va y a que la calidad del queso de esta fábrica sea superior, reconocido, incluso, por los participantes en el curso de preparación “para no quedar mal con Fidel”, sostuvo Dáynell, cuya alegría ha compartido con la familia, sus vecinos y el resto de los trabajadores de la planta.

Él no pierde ni pie ni pisada a la entrada de la leche a la cuba, de que hecha cuajada pase al sedimentador y transite por los moldes, de acuerdo a la variedad, por la prensa y finalmente pase al área de oreo, a la salmuera y bien seco a las cuarenta y ocho horas a la nevera para madurar durante un mes, listo entonces para la venta.

Esta industria produce, además del Gouda y el que la gente le llama criollo, las variedades Patagrás en formatos de 2 y de 6 kilogramos, originario de Bayamo, con tecnología que asimiló hasta determinado momento la fábrica Guarina y la de Sibanicú la perfeccionó.

 

 

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