No es exageración. Lo indican los datos del último censo nacional de población y viviendas, efectuado en el 2012, y la persistente tendencia a la baja fecundidad.

Para que haya un reemplazo en la especie humana, los estudios describen el alumbramiento de dos hijos por mujer, uno de ellos del sexo femenino, fuente esencial para la reproducción.

La provincia registra una tasa de 1,69 hijos y de esa cifra el número de hembras no llega a una, más exactamente: 0,82.

Bajo estas premisas transcurrió la conversación con María Elena Fernández Cairo, jefe del Departamento de Demografía, Censo y de Encuestas a la población de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) de Camagüey.

Ella presentó en el XIX Encuentro de Mujeres Economistas, auspiciado por la ANEC en la provincia, una ponencia, que adquirió la categoría de Relevante, sobre el envejecimiento y su impacto en el mercado laboral. ¿El objetivo? Revelar la necesidad de no cometer el error de hacer estudios generales, sino puntuales en cada uno de los sectores y alertar de la realidad a los principales líderes y órganos decisores.

María Elena rodeada de papeles, carpetas y con mucha carga de trabajo hizo un alto en su oficina, ubicada en la Avenida de la Libertad, para poner sobre el tapete una cuestión que gana notoriedad y no desentona nuestras expectativas, obligadas a mirarlas con realismo.

-¿El envejecimiento qué impacto tiene en la población camagüeyana?

“Todavía se cuenta con un potencial notable para ejercer todas las actividades económicas y sociales de la provincia, pero, evidentemente, cuando la población, de forma general envejece, afecta la fuerza laboral no en magnitud, sino en la estructura.

“La edad promedio de los ocupados rebasa los 40 años. No quiere decir que se consideren viejos, una persona con esa edad no lo es, pero la tendencia al envejecimiento no se detiene, los viejitos van a seguir vivos, fruto de la atención del Estado”.

La entrevistada razonó que hay actividades como la docencia y la investigación en la que no tiene nada que una persona tenga 60 o más años. En cambio, en la construcción, en la agricultura y en la industria, con esa misma edad, evidentemente afecta a la producción.

De manera objetiva el efecto del envejecimiento poblacional a mediano plazo será notable en la fuerza laboral. Irremediablemente la actual generación envejecerá y afectará, como consecuencia, algunas labores productivas.

Los pies hay que ponerlos sobre la tierra. Las condiciones de Cuba hoy no son las mismas de las primeras décadas del Siglo XX, con la oleada de emigrantes españoles, haitianos y jamaicanos. En la práctica no somos un polo de atracción de fuerza laboral foránea.

En la entrevista no se hizo esperar lo que pensaba: la necesidad de aplicar medida que contribuyan a que las mujeres en edad fértil paran.

“Solo nosotros logramos incrementar nuestra población a través de los nacimientos y atenuar el envejecimiento dentro de quince o veinte años, porque las consecuencias están dadas y no se revierten de un día para otro”.

¿Cómo está la relación de nacimientos por mujer en Camagüey?

“Hace más de tres décadas que no se garantiza el reemplazo generacional. Dos son los hijos que deben tener, cuestión que nosotros denominamos tasas globales de fecundidad.

“En los primeros años de las décadas del Siglo XX las mujeres parían cinco o seis hijos. Si a ello unimos que la población decrece, mientras las aspiraciones de las mujeres son otras en el ámbito laboral y de superación profesional, hay que trabajar fuertemente para aliviar todas las consecuencias del envejecimiento, no de la fuerza laboral, te hablo de la población en general”.

A título personal María Elena abogó acerca de la necesidad de construir casas de abuelos y sostiene ese criterio porque el cubano promedio en estos días es muy familiar y no acepta, en gran medida, estar solitos en un hogar de ancianos esperando a que lo vayan a ver al cabo de una semana.

“Las personas piensan que no existe gente para trabajar y si las hay, los que algunas no prefieren las actividades ofertadas”, dijo la funcionaria a lo que habría que añadir que la opción de hogares de ancianos en una vía para que las mujeres que tienen a sus padres bajo su protección, puedan trabajar.

Le recuerdo que en reuniones del Consejo de Ministros ese tema de potenciar instituciones para que los ancianos permanezcan una parte del día ha sido objeto de análisis, incluso, se han previsto en programa, liderado por el Ministerio de Salud Pública, con el concurso de otras instituciones estatales.

El de la natalidad no es un problema fácil de resolver. Son muchas las complejidades, desde el interés personal que muestren las parejas, el acceso a círculos infantiles, la solución de canastillas, otros recursos necesarios y el factor económico.

Miremos hacia atrás. Contemos cuántos hijos tuvieron nuestros abuelos. El sostén económico pendía de un hilito. Tuvieron muchachos, los criaron y se convirtieron en hombres y mujeres de bien.

Todo está en la voluntad, aparte de la estatal que pueda existir, en la individual porque en países desarrollados los nacimientos también son un problema, incluso, se han buscado fórmulas de estimular con recursos financieros a las mujeres y así y todo no quieren. No se dan cuenta ambos, el hombre y la mujer, de que están frenando la multiplicación de la especie humana.

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