CAMAGÜEY.- Beber de la historia ha sido una buena fórmula para encarar el presente y pensar el futuro. Esa fue la motivación para conversar con el Teniente Coronel retirado Silvino Rodríguez Irza, fundador de la Policía Nacional Revolucionaria, garante hace 62 años de la tranquilidad ciudadana que gozamos los cubanos.

Bien sabe él las diferencias entre quienes asumieron la misión de proteger al pueblo apenas cinco días después del triunfo de la Revolución y los sicarios que conformaban los cuerpos represivos batistianos. Con 14 años ya estaba muy significado por sus actividades en contra de la tiranía, tanto que para preservar su vida tuvo que irse para La Habana, hasta que no quedó otra opción que unirse a los corazones rebeldes que pujaban una transformación verdadera en el país.

“Como miembro del Ejército Rebelde, terminé la guerra en Cienfuegos y allí mismo participé en la protección de Fidel a su paso en la Caravana de la Libertad en los primeros días de enero de 1959. Luego pasé un curso de la motorizada en Ciudad Libertad hasta el 1ro. de junio, fecha en que regreso a Camagüey. Yo era natural de Taguasco, por eso me fui a ejercer a Ciego de Ávila”.

Silvino recuerda su primera salida con el uniforme de la Policía. Desde ese instante tuvo que marcar la diferencia entre lo nuevo y lo viejo, entre la Revolución y la dictadura.

“En la misión inicial, como era novato me acompaña uno que había sido policía de Batista. Llegamos a una tienda de víveres a desayunar; al acabar él dijo gracias, y le corregí, ‘gracias no, aquí hay que pagar, esto cambió para bien’. Era la escuela de Fidel y del Ejército Rebelde, donde pagábamos hasta lo más mínimo que consumíamos en la Sierra”.

Llegó a ser, muy joven, jefe de unidad y luego de orden interior de los territorios de Florida, Carlos Manuel de Céspedes, Esmeralda, Santa Cruz del Sur, Elia, Amancio y Guáimaro. Además, en Florida fue jefe de la policía por 11 años en tres épocas, y un lustro jefe provincial de Tránsito. Hoy todavía no se desvincula y dirige el Centro Provincial de Ingeniería del Tránsito.

“Empecé con 17 años, apenas un niño, tuve que cambiar el temperamento, no me reía con nadie porque pensaba que me perderían el respeto, así se fue moldeando mi carácter. Siempre quise ser una persona honesta. Aquí llegué con segundo grado, fui a juicios, me declaré especialista en levantar accidentes, vivía estudiando del tema y a su vez de otras materias para superarme. Así me gradué de interrogador, criminalístico, oficial operativo, estudié casi todas las especialidades de la Policía”.

Él estaba allí el día que Fidel dijo: “Toda esta fuerza social colosal, toda esta fuerza moral con que contamos, necesita la mejor policía del mundo, la más organizada, la más preparada, la más moti-vada, la más consciente y a la vez la más humana”, y hoy lo ratifica, “con el triunfo de la Revolución, las fuerzas del orden público dejaron de ser algo negativo, dejaron de ser un parásito, pues producen uno de los bienes más preciados de este país, su tranquilidad ciudadana”.