El niño que fuera en su adolescencia y juventud un limpiabotas, un billetero —vendedor de los billetes de lotería—, un ayudante de carnicero y hasta un vendedor de helados, no imaginó que su vida estaría ligada un día al hombre con el que muchos cubanos y cubanas soñaron alguna vez: el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz.

“Pude no solo conocerlo y darle la mano, sino también fotografiarlo varias veces durante sus muchos recorridos por la provincia”, reveló emocionado Otilio Rivero Delgado, fotorreportero durante 46 años ininterrumpidos en el periódico Adelante, primero fundado por la Revolución, el 12 de enero de 1959.

A sus 71 años, aún le parece increíble su destino. “Yo era de los niños que jugaba con los emigrantes haitianos en Esmeralda y mi familia era muy humilde, por lo que tenía que trabajar para ayudarla”, comentó el tercero de cuatro hermanos, quien nació muy cerca del batey de haitianos, justo en el camino hacia playa Guaney, en el municipio de Esmeralda.

—¿Por qué asegura que fue el destino lo que le permitió tomar una de las fotos más emblemáticas que distinguen no solo a Adelante, sino también a Camagüey?

—Sí creo que fue cosa del destino, aunque también la superación y el esfuerzo personal me ayudaron. Cursar en el año 1967 la Escuela Nacional de Fotografía me permitió iniciar mi labor fotorreporteril en Juventud Rebelde(JR) como corresponsal. Ya en la zafra del ‘70 regreso a Camagüey y luego en el servicio militar me incorporo a la redacción de El Bayardo —periódico de la Columna Juvenil del Centenario—, pero sin abandonar a JR, lo cual me formó, y por ello pude incorporarme a Adelante en 1973.

“Un buen día me dieron la posibilidad de estar en va-rios de los recorridos del Comandante Fidel durante sus visitas a Camagüey, y así me acerqué a su figura, desde mi lente, y tomé esa fotografía que no deja de sorprenderme.

“Fue en el año 1976, el 2 de septiembre, pasadas las 11 de la mañana, cuando Fidel recorrió el tramo del ferrocarril rápido de Santayana a Siboney. Él montó en un moderno coche automotor, en el crucero del ferrocarril de Siboney y recorrió los 22 kilómetros que comprendía el trayecto.

“Junto a él estaban el Comandante de la Revolución Ramiro Valdés y Arnaldo Milián, ambos miembros del Buró Político; Raúl Curbelo, quien era el primer secretario del Partido en la provincia, y Antonio Enrique Lussón, entonces ministro de Transporte.

“El periodista, hoy considerado uno de los maestros de Adelante, Elio Véliz, y los fotógrafos Juan Afón, Edmundo Marsal y yo quedamos frente a él a una distancia que nos permitía estar muy al tanto de su fi gura.

“Inesperadamente Fidel, ante la sorpresa de todos, pregunta: ‘¿No tienen un periódico Adelante por ahí?’. Alguien se h-bía percatado de que Marsal llevaba uno dobladito en el bolsillo del pantalón y se lo entregaron. Así nació la foto que le ha dado la vuelta al mundo”.

—¿Cómo reconoce la suya entre tantas similares?

—La suerte me acompañó, pues de todos los que estábamos ahí yo fui el único que la tiró vertical. Por eso la conozco bien. Y cuando la veo siempre digo: Esa foto la tiré yo.

—¿Imaginó la trascendencia de aquel hecho, su impacto más allá de las paredes del rotativo?

—Yo sabía que la foto de Fidel leyendo Adelante sería un símbolo de nuestro diario, pero que traspasara la institución y apareciera en documentales y otros espacios, no. Recuerdo que cuando llegué al periódico revelé el negativo inmediatamente y la puse en un cuadro en el laboratorio. Todo el mundo la apreciaba. Después fue un identificativo de Adelante, pues esa imagen nos acompaña en cada celebración, en cada momento. Siempre ha estado en la entrada de nuestra redacción o institución. Es como una reliquia que muchos admiramos, y posee un entrañable valor.

—¿Qué significación tuvo para usted estar cerca de Fidel?

—Ser más modesto, humilde y pensar en los demás. Fidel no solo se concentraba en su trabajo, sino que te saludaba, dialogaba con todo el mundo a su paso. Él era un hombre incansable con una memoria gigante.

—¿Qué impresión le dejó el Comandante más allá del lente?

—Cuando me dio la mano, me saludó, y hasta nos invitó a un almuerzo. Casi habíamos terminado para seguir el recorrido y en ese momento entró Fidel al salón sorprendiéndonos, y con total desprendimiento, nos preguntó: ‘¿qué les dieron de comer?’. Eso fue tremendo para nosotros. Él nunca descuidaba ningún detalle, nada, ni siquiera el menú de una comida. Fidel para mí es como un regalo de la vida, un tesoro especial de todos los cubanos.

—Luego de más de cinco décadas de labor fotorreporteril, ¿qué mensaje puede transmitirles a los jóvenes fotógrafos?

—Sobre todo que sean muy celosos con su obra, que la cuiden y la conserven sin escatimar tiempo, esfuerzo y recursos, pues la trascen-dencia de una imagen nunca se sabe cuál será. En mi caso presté el negativo original de esta foto y nunca más lo recuperé. Gracias a las nuevas tecnologías hoy se conserva como el original.

PPP - 18 January 21 8:09PM Denunciar
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Moraleja: Hay cosas que jamás deben prestarse.