Los niños saben más de lo que parece, y si les dijeran que escribiesen lo que saben, muy buenas cosas que escribirían. José Martí

Casi siempre, cuando se habla de la infancia en Cuba, se dice que nuestros niños son felices porque viven en un país seguro, que son sanos porque tienen garantizada desde el vientre de su mamá una atención médica de calidad y que pueden dedicarse a lo que quieran, porque aprender aquí es un derecho que va más allá de pieles o bolsillos.

Ciertas esas afirmaciones. Y también la de que nuestros niños son felices porque saben de muchas cosas, porque pueden valorar lo positivo o negativo de diferentes situaciones, porque se les tiene en cuenta como protagonistas de la futura sociedad.

Ampliarles a las nuevas generaciones la visión del mundo que les rodea para que lo comprendan y actúen de forma más efectiva, es uno de los retos de la escuela cubana. Hacia allí dirigen esfuerzos.

HISTORIAS DE GANADORES

Quizá cuando Érika crezca no quiera ser escritora, aunque eso de hacer cuentos se le da muy bien. Tal vez el gusto de Carlos Ezequiel por las matemáticas lo aparte un poco de las poesías que le hace al medio ambiente. ¿Quién sabe si Leonardo le pueda dedicar a su mamá otros logros en su empeño por hacer un mundo mejor?

Estos tres pioneros camagüeyanos comparten la dicha de vivir en Cuba y pueden presumir de un sistema educativo que, además de instruirlos, enseña a pensar y a convertirse en ganadores.

Fue su abuela la primera que le puso en las manos una edición de La Edad de Oro. Cree Érika Cansio que ahí inició su amor por el Apóstol. Cuando lo cuenta, se emociona. A la ganadora a nivel nacional del concurso Leer a Martí le brillan los ojos cuando habla del tema.

“Es la forma que tengo para rendir homenaje al pensamiento y a la obra literaria de un hombre que confió en nosotros y nos llamó a ser la esperanza del mundo. Ya obtuve un premio con un cuento sobre los personajes de La Edad... Y como ahora curso la Secundaria, este año entregué una narración relacionada con los valores patrióticos de Martí en la formación humana”.

Hasta el próximo curso tendrá que esperar Érika para conocer los resultados. No está impaciente. Nunca se ha preocupado por ocupar lugares en una lista, sino por aplicar a su vida las enseñanzas del más universal de los cubanos.

Consciente de la importancia de preservar el medio ambiente está Leonardo Espinosa, un pionero de quinto grado de la escuela Conrado Benítez, de la ciudad de Camagüey. Esa lección la aprendió en la casa y la confirmó con su maestra, la misma que le enseñó varias técnicas de dibujo con las que resultó premiado en el “Trazaguas”.

“Yo tenía algunos conocimientos del tema por las asignaturas El mundo en que vivimos y Geografía. En la escuela aprovechan esos espacios para enseñarnos las formas de cuidar la naturaleza y a ser responsables del uso, ahorro y protección del agua. Uní todo ello con el amor que siento por la ciudad y logré destacar el trabajo conjunto alumno-maestro”.

Sobre la misma temática escribió Carlos Ezequiel Céspedes Martínez, uno de los que representó a Camagüey en la más reciente edición del certamen Conciencia Verde a nivel de país. En su caso el reconocimiento fue doble, pues obtuvo el primer lugar en las dos manifestaciones que participó.

“Por la televisión siempre ponen que la vida en el planeta depende de lo que hagamos hoy, y en el aula habíamos hablado mucho de eso. Conté una historia sobre cómo ha cambiado el mundo y cuánto se ha sacrificado para construir las ciudades que tenemos. Me enfoqué en poner lo que sabía gracias a mi maestra. Gané”.

Más de lo que parece saben estos niños. Y en sus mayores señalan los responsables de que así sea. Nos toca.

Que en los más pequeños se desarrollen valores de conservación ambiental, que reciban formación vocacional de una cultura agroecológica y forestal; que descubran entre páginas martianas las esencias, los principios... es pensar en el futuro, es preparar seres sensibles y capaces.

En nuestras aulas hoy se siguen cumpliendo sueños. Desde allí continúan formándose personas de bien, y se le siguen dando oportunidades a la inteligencia. Lo dijo Fidel en 1959: “Mientras haya Revolución, en Cuba no quedará ni un solo talento que no se abra a la luz”.