CAMAGÜEY.- A los 27 años, la vida sorprendió a Jorjelina Peláez Xiques. “Mi niña nació en febrero de 1992 y a los ocho meses, enfermita de la garganta, le dio una fiebre muy alta. No convulsionó, pero se quedó sorda”, rememora. Aquella situación la impulsó a tomar un largo camino que aún no concluye.

“Tuve que abandonar mi carrera de Derecho Civil. Empecé lo esencial de la lengua de señas en la escuela de sordos. Lo más importante era comunicarme con mi bebé. Después de los cursos básicos y hasta un postgrado, se aprobó que los familiares pudiéramos hacer un técnico de nivel medio en lengua de señas. Me dije: Viro para atrás, pero gano en la comunicación. Cursé dos años de estudios y trabajé primero en Vertientes como directiva, y luego aquí, como intérprete en la Asociación Nacional de Sordos de Cuba (Ansoc). Cada año recibo capacitaciones o participo en eventos del Centro de Capacitación y Desarrollo para el Sordo, en La Habana”.

Su niña estudió en escuelas especiales...

—Estuvo 11 años becada en la escuela de sordos, y después en el Instituto Politécnico Agropecuario (IPA) de Vertientes, en Gestión del Capital Humano. Por cuatro cursos fui su intérprete hasta que se graduó. Luego estudió peluquería, barbería e inglés.

“Les convalidan el inglés, pero tienen oportunidades de interactuar con personas de otros países que dominan la lengua de señas en inglés. Ella misma me dijo: ‘mamá, me va a ser más fácil aprenderlo en lengua de señas’, y se abrió ese curso aquí con una matrícula de sordos. También lo interpreté”.

Cada país tiene su lengua de señas…

—La nuestra se parece a la de España, Argentina, Italia… que suelen participar en los eventos con nosotros. En esas ocasiones ellos siempre buscan la manera de comunicarse, aunque tenemos un compañero en La Habana preparado en varias lenguas y es quien asiste más a esos eventos. Tendríamos que aprender otras y sería muy útil que se incluyeran desde el programa de estudios de la carrera.

Como oyente que vive entre la comunidad sorda, ¿qué le diría a otros ajenos a ese mundo?

—No solo los intérpretes debemos romper la barrera que hay entre la comunidad sorda y la oyente. Cada centro debería tener al menos una persona que conociera el lenguaje de señas, porque los sordos son parte de la sociedad y se dirigen a muchas instituciones de las que necesitan servicios. Donde hay alguien que domine el lenguaje, se sienten mejor atendidos.

“Hace ocho o nueve años, donde se incorporaba a trabajar un sordo, la comisión de lengua de señas de la provincia abría un curso, y buscábamos la manera de que al menos tres compañeros se incorporaran. Eso nos satisfacía porque el intérprete no puede estar en todo momento en una institución donde labore un sordo; si hay quien domine la lengua de señas es distinto.

“Un ejemplo es el taller de discapacitados, además de que tenemos un intérprete a tiempo completo, el personal ha mostrado interés por aprender y se han llevado las peñas de comunicación para que conozcan lo básico como los saludos, ‘cierra la puerta’, ‘dame la llave’, ‘vamos a almorzar’”.

Hoy, que ya no imparten los cursos, ¿cómo se comunican?

—Ellos mismos buscan una persona en quien apoyarse y le enseñan, o le escriben lo que quieren. Si tienen alguna reunión sindical o administrativa donde se vaya a hacer un análisis con ese discapacitado —un cambio de escala, de plaza o tal vez una separación del puesto laboral— se solicita un intérprete.

¿Compensado el vacío de no haber estudiado lo que quería?

—Conozco de niños sordos cuyos padres no se esfuerzan por entender fácilmente qué quieren, qué están pensando, qué les duele…, por conocer qué decía ese mirar más allá. Conmueve. La Ansoc tiene historias muy tristes.

“A veces pienso en aquella carrera, pero con 50 años me va a ser difícil. Sin embargo, mi hija está integrada a la sociedad y a la comunidad sorda, que me ha aportado sensibilidad, humanismo, paciencia...”.

También atiende el programa de guía e intérprete de sordos-ciegos...

—Sí, en estos momentos la provincia tiene 64 casos: niños, abuelitos, jóvenes, en diferentes municipios. Con ellos hay que usar mucho el idioma táctil. ¡Tenemos gente sin vista y sin piernas! He logrado comunicarme con ellos, yo les empiezo a hacer una interpretación y no la he terminado, y me dicen que ya, porque comprendieron la idea.

¿Qué debe tenerse en cuenta para que fluya una buena comunicación con una persona sorda?

—Hablarle despacio, de frente, no taparse los labios, no comer caramelo cuando estás interpretando, no bailar. Hay que ser muy celosa con esos elementos, porque cuando una no los lleva a la comunicación, no resulta entendible, y hay que repetir mucho.

“El sordo en muchas ocasiones escoge a su intérprete. Este debe ser confiable, confidente, puntual, y por supuesto, activo en los servicios de interpretación”.

¿Brindan los servicios de interpretación gratuitamente?

—Sí, esa es nuestra plaza en la Ansoc. En otros países radican en una asociación categorizados por departamentos, se solicitan los servicios del intérprete y se paga. Nosotros trabajamos por amor.

ISMAEL HACE ESCUCHAR

Por otra ruta llegó Ismael Guerra Harriett a ese mundo. “El nombre de la carrera era lo que me llamaba la atención, pero en realidad no sabía de qué se trataba. Cuando empecé a estudiar fue que me gustó de verdad”, confesó el estudiante de tercer año de Lengua de Señas cubanas, en el IPA Álvaro Barba.

“Desde que empezamos a aprender nos comunicamos entre nosotros con señas. Incluso a veces, hablando con un oyente, quiero decirle algo y le hago la seña, pero se me olvida la palabra y tengo que pensarla más tiempo”.

No son muchos los voluntarios para ese trabajo en Cuba. En Camagüey su formación comenzó en el 2006 con egresados del duodécimo grado. Tras un intensivo de dos cursos iniciaron en las filiales de la Ansoc de los municipios. Quedan nueve de aquel grupo, que en su mayoría cambió para puestos de trabajo mejor remunerados.

El grupo de Ismael ya está insertado en escuelas y en la sede provincial de la Ansoc, como parte de sus prácticas preprofesionales; mientras, un primer año más numeroso debe mostrar su valía antes de concluir el técnico de nivel medio.

La apertura de estas plazas depende de la solicitud de los municipios en correspondencia con las necesidades de la comunidad sorda, y los incentivos son disímiles. Ismael quedó impresionado desde su primera semana de adaptación en la especialidad con la escuela primaria Antonio Suárez y aspira a trabajar en la sede de la Ansoc, porque “estás todo el tiempo con sordos y te mantienes más actualizado en cuanto a las señas”.

A los oyentes que como él se deciden por esta carrera, las personas sordas, como Ana Marlene Moya Díaz, agradecen con gestos salidos del corazón: “Ellos son nuestros oídos, sin los oídos de ellos no pudiéramos comunicarnos. Gracias a los intérpretes podemos superarnos, porque sin comunicación no podríamos estudiar; y estamos muy agradecidos a quienes optan por esa carrera de sensibilidad y de amor”.

 Como todos los años, con el objetivo de facilitar la inclusión de las personas sordas, la filial Camagüey de la Ansoc, convoca a los interesados a participar en los cursos de verano de Lengua de Señas cubanas. Las inscripciones están abiertas en la sede de Avellaneda No. 279, entre San Esteban y Correa, o se puede llamar por el teléfono 32-298787. Según comentó la instructora, Ana Marlene Moya Díaz, cada jornada se extenderá por dos horas durante 15 días, en el horario más conveniente para el grupo.