SIBANICÚ, CAMAGÜEY.- A diez kilómetros de la Carretera Central, en este municipio, Ángel Almanza Lazo, de 35 años, protege a los suyos. Es técnico de nivel medio en Agronomía. El amor por la tierra y el ganado le viene en la sangre; es lo que ha visto desde pequeño, cuando acompañaba a su padre a manera de juegos.

Hace dos calendarios le entregaron una caballería de tierra por el Decreto Ley 259. Ahora es usufructuario; casi todo el tiempo se lo ocupan sus doce vacas.

“Tiene que ser así para cumplir los planes de entregar 7 000 litros en el año. Eso requiere sacrificio”. Para él, el secreto radica en hacer una buena inseminación, “porque así dan leche durante los 12 meses”.

Se dice fácil, pero un día de este hombre de campo comienza mucho antes de lo normal. Cuando los gallos anuncian la salida del sol, hace rato que Ángel está en los trajines.

Dice amar tanto su terruño que no se adaptaría a otro lugar. “Nunca viví en el pueblo y tampoco me gusta, prefiero la tranquilidad. Además, mi padre siempre me lo inculcó. A estas alturas no hay quien lo saque del surco”.

Para el joven, marcado por el monte, no hay límites ante la madrugada ni el sol del mediodía mientras tenga algo que hacer en su finca. Es como si multiplicara las horas, porque dirige, además, un comité de base e integra el Buró Municipal de la Juventud en Sibanicú.

“Llevo en la UJC más de la mitad de mi vida, 19 años, y prácticamente desde que me inicié soy secretario general, no hay quien me haga un cuento de esto”, afirma con picardía. Ángel le apuesta todo a su terruño, y demuestra que, como diría Martí, si el hombre sirve, la tierra sirve. Su único compromiso es echar “pa’lante” y ayudar al país.

Para él este 3 de abril fue de los días más felices de su vida. La organización a la que ha dedicado buena parte de su tiempo le devuelve gratitud, pues a propuesta de su Buró Nacional, el Consejo de Estado decidió entregarle la medalla Abel Santamaría, por ser uno de esos jóvenes revolucionarios con notables méritos en el trabajo creador, en la lucha por la conquista y defensa de los intereses de las nuevas generaciones de cubanos.

“No creí que me la otorgarían, pues sobran los jóvenes con logros suficientes para recibirla. Estoy muy feliz de que me hayan tenido en cuenta”.

Pero no ve en el reconocimiento un punto de llegada, sino un empujón para continuar, “porque hay que seguir luchando, dándolo todo por la Revolución; eso es ser un joven comunista”.

Asegura que sus compañeros ya están esperando que termine en la Juventud para que asuma “una tremenda tarea”, la dirección del núcleo del Partido Comunista de Cuba, de la cooperativa de créditos y servicios César Escalante.

“No hay que tenerle miedo al campo, esto es bonito y cuando se le coge la vuelta se hace mucho más fácil, aunque parece complejo. Nada como trabajar con la satisfacción de que estás aportando los alimentos para tu pueblo. Eso lleva sacrificio, pero también reconforta saberte necesario, serle útil a Cuba”, resume en sabias palabras el Ángel que construye su reino en la tierra.