CAMAGÜEY.- Nunca imaginó Romina Tobar Leyton que su salida de Chile, obligada por la dictadura de Pinochet, cambiaría su vida. Recuerda aún cómo tenía que recoger frutas en un pedazo de tierra para poder subsistir, junto a su familia, en un país hundido en el más profundo de los neoliberalismos.

Ante las amenazas del dictador, su familia lo dejó todo. Cruzaron el Atlántico, fueron de Oeste a Este, de Sur a Norte, de Chile a Alemania, para probar suerte en un país muy diferente. Por estos días, ella llegó de casualidad a Camagüey y no pudo escapar del diálogo con Adelante Digital.

Así supimos cómo aquella temporera chilena se convirtió en la primera maestra en construcción de pianos de América Latina y hoy trabaja para una de las cinco mejores orquestas sinfónicas del mundo.

“Fue una profesión históricamente para hombres, pero eso ha cambiado. Hoy un tercio de quienes construimos pianos somos mujeres. Sin embargo, lo más difícil no fue imponerme siendo mujer; la mayor traba fue el idioma: la escuela de construcción de pianos está en Alemania, son los mejores en eso, y los cursos se imparten en alemán; para alguien que viene de afuera es doblemente difícil”.

Aun así Romina se convirtió en la primera maestra en construcción de pianos de América Latina...

—Nací en el Chile de 1979, en plena dictadura militar, sabía que mi futuro no era muy promisorio. Deseé siempre estudiar, pero el sistema de educación estaba privatizado y era prácticamente imposible. No tenía oportunidad.

“Llegué a Alemania y tuve que trabajar duro, esforzarme en el idioma para que se me abrieran puertas. Me costó mucho trabajo hacer la maestría, aunque empecé el oficio desde el 2007. Daniel Osorio, compositor chileno amigo mío, notó que tenía habilidades para la música, esa era una vía que nunca había explotado. Logramos conocer al maestro en construcción de pianos de la ciudad donde yo vivía, hice una práctica y me aceptó. Siempre tuve curiosidad por las artes manuales y la mecánica. Y por el piano, que es muy complicado, con un funcionamiento muy difícil y, sobre todo, de mucha Matemática. Necesita dedos muy finos y mucha paciencia.

“Desde que empecé, los maestros me dijeron: de lograrlo serás la primera latinoamericana en hacerlo, el registro está en Alemania, ya ellos lo habían revisado y a mí me picó también la curiosidad, así que fui a verlo por mí misma, y así era”.

¿Qué hace en este momento?

—Actualmente trabajo para la radioemisora de Bavaria. En Alemania este tipo de empresas tienen radio, televisión, orquesta y coro. La de Bavaria es la más grande de todo el país, su orquesta lleva dos maestros constructores de pianos. Nos encargamos de prepararlos y afinarlos para los conciertos, grabaciones y transmisiones en vivo. En un primer momento me costó trabajo imponerme a los prejuicios, pero tengo un carácter fuerte y eso me ayudó. Además, saber que soy la primera latinoamericana en hacerlo es un reto, me obliga a enfrentar la situación. Disfruto cuando miran sorprendidos porque piensan que para afinar un piano hay que echárselo al hombro y darle tres vueltas en el escenario, y no, el trabajo es más sencillo de lo que piensan, es muy fino y lleva mucha concentración.

¿Qué le ha parecido Cuba?

—Estoy por primera vez en Cuba, es espectacular, es un país que se debe mirar con otros ojos. Mi infancia fue en el Chile de Pinochet. Y este país del que tanto hablan por allí que sufre una dictadura, es todo lo contrario.

“Camagüey me ha impresionado mucho, es muy lindo y muy diferente a lo que había visto de Cuba, llegué espontáneamente y creo que ha sido la mejor decisión de mi viaje”.