Fotos: Orlando Durán Hernández /AdelanteFotos: Orlando Durán Hernández /AdelanteCAMAGÜEY.- Migdalia es una mujer de campo. No nació en el batey Santa Rita, pero allá creció y vivió hasta hace muy poco, tal vez de allí viene ese apego por la tierra, por las cosechas, el respeto y la admiración confesos por los hombres y mujeres que sudan el día a día junto al surco.

“Soy técnica de nivel medio en Agronomía, después me hice médico veterinaria, y aun así no me desprendo de los cultivos. Eso es magia, siembras, ves cómo la semilla germina y luego recoges con tus propias manos los frutos.

“De los 46 años que tengo llevo 28 en la agricultura. Asumí varias responsabilidades: administradora y presidenta del órgano de base de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC) El Aguacate y Henry Reeve y hace poco más de un año soy jefa de producción de la Granja Urbana del municipio de Camagüey.

“Mis cargos me han dado la posibilidad de lidiar directamente con los trabajadores en el campo y eso es una suerte, he aprendido tanto de ellos; son gente tan buena y laboriosa. En la dirección sí me he encontrado obstáculos, pero lo que pasa es que yo soy una mujer que cuando dice que voy, voy y con mis argumentos me planto y no dejo que nadie me silencie.

Migdalia Mirta Benítez León insiste en la necesidad de que mejoren las condiciones de vida en los bateyes, no basta con los servicios médicos y la educación que la Revolución llevó a los lugares intrincados, hay otras necesidades que urgen ser cubiertas, para que la vida en el campo se suavice y la gente se quede allí.

Nunca imaginó Domingo Rodríguez Arias que un día sería ganadero. Siempre estuvo ligado al campo, desde sus raíces en Maisí y su posterior establecimiento en La Sacra, Najasa, pero de tratar con las reses no sabía “nada de nada”.

“Se puede decir que soy un campesino nuevo. Antes de que me entregaran las tierras por el Decreto-Ley 259, en el año 2004, me dedicaba a arar las tierras de los asociados de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Reinaldo León Yera.

“Empecé desde cero en mi finca El Aguacate, con una sola vaquita y, pa’ que vea, ya tengo 25 animales. El año pasado saqué casi 27 000 litros de leche y en este, el plan es de 30 000. Diario acopiamos entre 117 y 120 litros, los que entrego con destino a la industria. También siembro algunas viandas para el autoabastecimiento familiar.

Lo más complicado de este trabajo es el ordeño y lo mejor, ver como avanza la finca. Y no es tan duro si a uno le gusta, como es mi caso, que me encanta lo que hago y vivir tranquilo en el campo. Yo se lo digo a mucha gente, hay cosas que no salen bien de inicio y que faltan recursos para producir más, pero es difícil que me saquen de aquí porque cuando hay amor todo va. Para mí ser campesino es una doctrina”.