NAJASA, CAMAGÜEY.- Nunca imaginó Domingo Rodríguez Arias que un día sería ganadero. Siempre estuvo ligado al campo, desde sus raíces en el oriental municipio de Maisí y su posterior establecimiento en La Sacra, comunidad rural perteneciente a Najasa, pero de tratar con las reses no sabía “nada de nada”.

“Se puede decir que soy un campesino nuevo. Antes de que me entregaran las tierras por el Decreto-Ley 259, en el año 2004, me dedicaba a arar con el tractor las de los asociados de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Reinaldo León Yera.

“Empecé desde cero en mi finca El Aguacate, con una sola vaquita y, pa’ que vea, ya tengo 25 animales. El año pasado saqué casi 27 000 litros de leche y en este, el plan es de 30 000. Diario logramos entre 117 y 120 litros, los que entrego con destino a la industria. También siembro algunas viandas, para el autoconsumo familiar, fundamentalmente.

¿Qué ha sido lo más difícil en este nuevo oficio y qué le gusta más?

—Lo más difícil es el ordeño. Lleva mucho sacrificio, hay que hacerlo debajo de agua, sol, y si caen relámpagos también, porque si usted no le hace el proceso que lleva, la vaca al otro día no le da la leche que debería. Ahora mismo estamos ordeñando por la mañana y por la tarde.

“Hay muchas cosas que nos hacen más difícil el trabajo, por ejemplo las malas condiciones de los caminos en tiempo de lluvias, la falta de los líquidos que se necesitan con el objetivo de mantener limpias las tierras, entre otros recursos que se dificultan conseguirlos.

“Lo que más me gusta de este trabajo es ver cómo avanza la finca. Y no es tan difícil si a uno le gusta, como es mi caso, que me encanta lo que hago y vivir tranquilo en el campo. Yo se lo digo a la gente, hay muchas cosas que no salen bien de inicio, pero es difícil que me saquen de aquí porque, cuando hay amor, todo va. Para mí ser campesino es una doctrina”.