CAMAGÜEY.- En los tramos más enrevesados de la vida, siempre la voluntad y la perseverancia resultan actitudes humanas que influyen en el desenlace de una problemática difícil y en la búsqueda de soluciones a una delicada situación de salud.

Pero, en casos tan complejos como los de Lenaidys Puente Montero, joven camagüeyana de 21 años que padece una severa discapacidad respiratoria, las ansias de imponerse a su padecimiento se materializan en los beneficios del sistema de salud y la asistencia social que brinda el Estado cubano.

Aun cuando de nacimiento era una niña sana, los trastornos en la marcha que comenzó a presentar con apenas cuatro años, fueron los primeros indicios de la polineuropatía que le diagnosticaron los médicos una década después, y debido a la cual necesita desde entonces permanecer acoplada a un respirador artificial.

Hoy esta muchacha agradece a la Revolución, no solo por el costoso equipo que se le entregó de forma gratuita para garantizar su existencia, también asegura sentirse en deuda con todos los galenos que cuidaron de ella durante los alrededor de dos años y medio que estuvo hospitalizada.

En el Hospital Pediátrico Eduardo Agramonte Piña, de Camagüey, recibí atención médica, un trato maravilloso y mucho amor de todos sus especialistas, quienes además de lograr que mi actual estado de salud sea estable, me construyeron temporalmente un hogar, comentó.

Agregó que la citada institución fue escenario de una de sus mayores alegrías, la celebración de sus 15 primaveras, especial añoranza de toda adolescente y de la cual ella pudo disfrutar, a pesar de su enfermedad.

Fotografías, vestuarios de quinceañera y payasos estuvieron entre las sorpresas que preparó un grupo de médicos del centro, para no pasar por alto tan significativa fecha, una jornada que con alegría describe Lenaidys, mientras muestra orgullosa el álbum que guarda aquellas sonrisas y recuerdos.

Entre tratamientos médicos, pudo empaparse también de conocimientos a través de las videoclases que visualizó desde su cama de hospital, desde donde recibió, a su vez, los contenidos que frecuentemente le impartieron diferentes profesores.

Como parte de la atención educacional que garantiza la Revolución a pequeños con discapacidades severas como las de esta joven, relata que mucho antes de su ingreso, cuando cursaba el quinto grado en educación primaria, pudo realizar los estudios en casa.

Tan contagiosos resultaban el entusiasmo y los deseos de aprender de esta muchacha, amante de los idiomas, que su morada se convirtió en local para los repasos y la aplicación de exámenes finales a varios niños que, al igual que ella, contaban con maestros ambulatorios.

Afortunada por haber nacido en esta Isla, las gratitudes de la Revolución le permiten disfrutar de una vivienda que el gobierno puso en sus manos, para mejorar las condiciones en las cuales vivía junto a su mamá y hermano menor.

Referente a la ayuda que ha recibido de la asistencia social desde muy pequeña, Lenaidys habla agradecida de los diferentes recursos adquiridos, y hace referencia a módulos de cocción, accesorios de dormitorio y equipos electrodomésticos como un aire acondicionado, de gran importancia para lidiar con sus limitaciones físicas y respiratorias.

Actualmente, además de amistades de la infancia, familiares y vecinos que se preocupan por su salud, recibe a menudo llamadas telefónicas y visitas de gran parte del personal médico que atendió su caso.

Mientras, para corregir fallas en el funcionamiento del equipo de respiración artificial al cual está acoplada, cuenta con la rápida ayuda técnica del colectivo del Centro Provincial de Electromedicina del territorio.

De igual modo, ante la posibilidad de que fenómenos meteorológicos azoten la región, es trasladada de inmediato al Hospital Pediátrico, para prever su permanencia en un lugar con fluido eléctrico seguro.

Así como Lenaidys, existen en la provincia y el país otros niños y jóvenes con discapacidades severas que son priorizados por el gobierno, en esferas como equipamiento, asistencia médica, y aporte monetario a su familia.

Entre esos tantos ejemplos puede citarse el de Dayana Cardona González, camagüeyana de 27 años de edad que sufre de artrofia de la médula espinal progresiva (tipo III), y a quien el Comandante en Jefe Fidel Castro garantizó un apoyo especial desde casi su niñez, que posibilitó su formación incluso profesional como periodista.

Amor y numerosas atenciones, por medio de instituciones de salud, educación y seguridad social, son premisas y derechos humanos que la Revolución Cubana asegura, tanto a la protagonista de esta historia, como a todos los que atraviesan por una situación similar.

Sin dudas, para el bienestar de Lenaidys son determinantes cualidades como el optimismo y la persistencia que la caracterizan.

No obstante, la garantía de que no le falte nunca aire en los pulmones y una sonrisa en el rostro se debe, en gran medida, a su dicha de haber nacido en Cuba.