CAMAGÜEY.- Jorge Luis Arias no se explica cómo puede simultanear tantas tareas, las de profesor del Instituto Superior del Ministerio del Interior Mario Aguila Bernal, viajar a los municipios a realizar pruebas a niños que practican kárate, mantener un pequeño dojo en la sala de la casa para menores del barrio y tener en punta al CDR No. 8 Antonio Maceo, de Albaisa, que él preside.

Semanas atrás disminuyó las cargas de entrenamiento con los niños del entorno donde vive. Los preparativos para un examen de profesor titular le sustraían mucho tiempo. Frente a la computadora se sentaba temprano y aun a las 4:00 a.m. estaba pegado a la pantalla del monitor.

La tradición de reproducir a los pequeños sus conocimientos en el arte marcial viene desde la época en que vivió en el reparto Angola, donde lo conocían por Jorgito, y en siete ocasiones fue nominado como candidato a delegado de su circunscripción del Poder Popular.

Para Arias, llegar a tiempo a impartir docencia en el Instituto, en las asignaturas de Derecho Mercantil y Defensa Personal, le implica levantarse temprano para vencer los más de 15 kilómetros que lo separan de su hogar.

“Siempre hay quien te tira un cabo”, responde este excelente conversador, quien ha hecho de la comunicación oral un arte. “Ya los niños te exigen que los entrene y no puedo dejar pasar por alto que atiendo los municipios en la disciplina ShotoKan, inculcándoles buenos hábitos.

“Cuesta un poco de sacrificio, es un compromiso, pero tiene como recompensa la formación de niños, además de hacer algo útil. El kárate lo difundimos con un solo objetivo, como dijo el profesor Raúl Rizo de defender la Revolución y crear una cantera de jóvenes para prevenirlos de una mala conducta”.

La esposa y su niño de nueve años se sienten orgullosos de él. El pequeño descendiente lleva cuatro cursos como alumno más integral de la escuela primaria Enrique Casal, de Albaisa, además de que practica kárate. Todo presupone que sea su relevo.

Como el primer y único delegado directo de la provincia de Camagüey al IX Congreso de los CDR, Jorge Luis piensa que la organización de masa no decaerá, por la herencia colectiva a transmitirse de padres a hijos y de hijos a nietos. El germen de esa semilla está en los niños de su cuadra, quienes crearon un CDR infantil y mantienen a los mayores en jaque.