CAMAGÜEY.- Bárbara Suárez Ávalos, actual corresponsal de Radio Progreso en la provincia, tuvo la suerte y el privilegio de visitar Vietnam hace veintitrés años, hecho que la marcó para toda la vida.

—En tu memoria, ¿cuál es la imagen que quedó de ese noble pueblo?

—La de un pueblo muy laborioso. En cualquier esfera de la producción se les veía consagrados al trabajo, lo mismo en la industria que en la agricultura. Pude visitar zonas arroceras y me impresionó cómo preparaban la tierra con búfalos; pero también me quedó esa impresión favorable en importantes fábricas de la Industria Ligera, o en la enorme hidroeléctrica de Hoa Binh, en el norte del país, que unos días antes había visitado Fidel.

“Construida sobre el río Da, con colaboración de la extinta URSS, esa central se considera la obra más importante del sector eléctrico en Vietnam, y aporta hasta el 80 % de la producción nacional de electricidad. Para mí es una obra de arte de la ingeniería.

“Vietnam en la geografía de Asia es una región que ha ido alcanzado niveles de prosperidad”.

—¿Crees que ello se deba a los cambios que se han introducido en la economía y dependa, además, de la laboriosidad de los vietnamitas?

—En mi opinión, se conjugan ambas cosas. Cuando estuve allá, en 1995, Vietnam se abría a varios proyectos de inversión extranjera, pero sin esa consagración al trabajo de la que te hablé antes, sería imposible el desarrollo de un país que quedó devastado por la guerra.

“Nuestra traductora —quien había estudiando en Cuba— siempre subrayaba la conciencia del pueblo respecto a la necesidad de trabajar para crear las riquezas necesarias y garantizar la independencia económica de la nación.

“También los dirigentes políticos con los cuales nos entrevistamos subrayaban eso. Los cambios eran necesarios para dinamizar la economía, pero era vital mantener el socialismo para garantizar el bienestar de todos”.

—Narra la vivencia durante el recorrido por zonas de Vietnam donde tuviste la oportunidad de ver a aquellos laboriosos hombres y mujeres aprovechando las bondades de la agricultura.

—En el norte, por ejemplo, estuve en una zona dedicada a la repoblación forestal. Allí las armas químicas utilizadas por el Ejército de EE.UU. durante la guerra habían “enfermado” los suelos, y a esa altura, después de tantos años de conquistar la paz, se trabajaba muy duro en aquel lugar para rescatar los bosques. Incluso, podían apreciarse algunos cráteres dejados por las bombas enemigas.

“En esos terrenos se fomentaba la producción de alimentos. Para ellos era vital en aquel momento incrementar la producción de arroz —algo que han logrado con creces—, pero también de otros cultivos, y lo hacían con igual dedicación y disciplina”.

—Durante tu estancia en Vietnam percibiste el cariño hacia los cubanos que en un momento llegaron a expresar: Por Vietnam, hasta nuestra propia sangre.

—Así es. Era casi increíble lo que sucedía cuando se conocía que éramos cubanos, en lugares públicos a donde llegábamos fuera de programa. De inmediato nos trataban como si nos conocieran de siempre y nos agradecían aquel gesto solidario, aun después de tantos años, hasta de gente joven, que no había vivido los terribles días de la guerra.

“En la tierra natal de Ho Chi Minh, en la aldea de Hoang Tru, ubicada en la provincia central de Nghe An, valoran mucho a los cubanos, o al menos, lo percibí así. Te abren la puerta de la modestísima casa convertida en museo y sientes que lo hacen con un afecto especial; es algo conmovedor”.

—¿Qué importancia le atribuyes a la actual visita de Nguyen Phu Trong, secretario general del Partido Comunista de Vietnam, a Cuba?

—Esta visita confirmará la solidez de la amistad que une a los pueblos de Cuba y Vietnam. También puede contribuir al desarrollo de las relaciones en el campo de la economía, pues en la Isla invierten empresas de ese país asiático en ramas importantes, y mantenemos negocios con más de 100.

“Pero, sobre todo, es una oportunidad de que los cubanos mostremos nuestro agradecimiento a a ese país por su solidaridad y por estar al lado de Cuba en la batalla por un mundo mejor, frente al enemigo común”.

¿En algunos de los días que estuviste allá te hablaron de la visita de Fidel?

—Sí, a cada momento se hacía referencia a Fidel. Como estaba muy cercana en el tiempo su visita a Vietnam; todavía en avenidas importantes había carteles y banderolas con su rostro, y los mensajes de bienvenida al líder cubano.

“Algo especial ocurrió en Cu Chi, en la zona sur del país. Ese lugar, a unos 27 km. de Ciudad Ho Chi Minh, es famoso por el sistema de túneles que permitieron a los guerrilleros sobrevivir a los bombardeos de los B-52 yanquis.

“El Comandante en Jefe había estado allí, y de inmediato nos llevaron al lugar donde se había sentado, nos sirvieron el mismo tipo de arroz glutinoso y té que a él le habían ofrecido, y nos comentaban risueños la imposibilidad de que Fidel bajara a determinados niveles de los túneles, porque era muy alto y corpulento, y aquellas galerías son realmente angostas en su parte más profunda.

“Eso también me impresionó mucho: la devoción de los vietnamitas por el líder de la Revolución Cubana, el reconocimiento a su valor; allá nadie olvida que fue el único jefe de Estado foráneo que llegó al frente de guerra y conversó con los soldados vietnamitas. Y ellos resumen en su ejemplo la solidaridad del pueblo cubano”.

Como Barbarita, así la llaman cariñosamente sus colegas y amigos, así piensan todos lo cubanos que admiramos la historia de ese aguerrido pueblo y de las enseñanzas que dejó para la posteridad el Tío Ho.