VERTIENTES, CAMAGÜEY.- Ocho años atrás, cuando entró al recinto ferial ganadero de Rancho Boyeros, en La Habana, no tenía nombre, aunque sus padres, campesinos de guardarraya adentro, le pusieron en la arrocera Sierra Maestra, de Vertientes, donde nació: Juan Ramón Castellanos y Borrero.

Llegó con nueve animales seleccionados a la carrera en las llanuras del Camagüey y sin quitarse los ariques de las rudas botas, coronó cuatro campeones en las categorías desde terneros hasta reses adultas.

“Pasé inadvertido cuando desfilé el primer cebú bermejo. No me anunciaron como hacían con las unidades y empresas conocidas de Sancti Spíritus, Granma, La Habana… gané con la categoría de hato joven y repetí sin nombre alguno hasta que el jurado preguntó cómo me nombraba. Medio emocionado (dicen que hasta con lágrimas) les grité: ‘Vertientes, Camagüey’”.

Juan Ramón es un hombre muy voluntarioso, desde los 15 años anda entre cebúes. Con esa edad trabajó en el cebadero El Chorro, en su municipio natal, el más grande del país en tiempo de esplendor de la ganadería camagüeyana, y ya cincuentón dejó sus comodidades para dormir en el suelo de la finquita estatal El Palmar, que le entregaron vacía, sin las mínimas condiciones.

“Vine con mi yerno, pero aquí no había nada, usted ve qué linda está la entrada con esas palmas reales, pues el suelo no se veía de la cantidad de zarza que desmontamos a machete Emiliano Morales y yo. Dormí 14 días en el suelo para cuidar los primeros ejemplares. Me decían que estaba loco, mi esposa me traía la comida a este monte, y, mire, ya tenemos una casita, abundante agua y una caballería y media para el desarrollo del cebú fino bermejo que en Cuba solo se encuentra aquí y en Sancti Spíritus”.

ABUNDAN LOS NOMBRES

El ocurrente ganadero ganador a la falta de un nombre los multiplicó en sus animales y de qué manera: “Aquella (señala para la cuadra) es Sor María, gran campeona en distintas ferias; aquel, hijo de pinto gran campeón que está como semental en Guáimaro… Ah, Marisol, Torito, Ray y Rey… y María Karla, como se llama mi nieta, ella dice que esa es su ternerita. Los nombres se los pongo por la morfología del animal y color, desde que nacen tienen alguna característica que los diferencia, o como Ray y Rey, los nombres de los hijos de un amigo mío, a quienes les gustan los animales cebúes bermejo como a mí”.

En el rancho El Palmar, sobre suficiente pasto de pangola y algún suplemento alimentario, dejamos a 41 animales finos de pura sangre, que se reproducen mediante la monta directa bajo el esmerado cuidado de Juan Ramón, quien supo ganarse el respetado patronímico regional de “Vertientes, Camagüey”, nombres que puso a dos bellos ejemplares campeones nacionales e internacionales que pronto volverán a las pistas de las ferias ya tan conocidos como el mismísimo Juan Ramón Castellanos y Borrero.