“A cualquier edad la vida es más sabrosa si hay a quién dedicarle el tiempo y los mimos”.

SANTA CRUZ DEL SUR, CAMAGÜEY.- En tierra nació el amor de Argelio La O Sánchez y Lorenza Zambrana Chávez, aunque no demoró en irse al mar, a pintarse de azul en el sur santacruceño, a darse un baño de sol y salitre.

“Yo me crié en la orilla del mar, —confiesa Argelio— cada vez que pasaba un barco decía ‘cuando yo crezca me voy en uno a pescar’. Comencé a trabajar en una carpintería que tenía mi tío. Allí fue donde conocí a mi compañera y nos casamos. Después me conseguí una chalana de remos y me iba a pescar por las noches hasta el amanecer. Un día venía de los cayos para acá y llegué a uno y me tuve que quedar porque había una de truenos y una tempestad tremenda. Pensé: mi madre, si aquí me mata un trueno o me enfermo, quién me socorre”.

“Cuando llegó a la casa me dijo: ‘mira vieja me voy a buscar un compañero porque me siento muy solo allá afuera y si un día me da un dolor no tengo alguien que arranque el motor por mí’, me acosté y pensé —rememora Lorenza— tengo ganas de irme a pescar con él. Le propuse: ‘sácame un carné que me voy contigo’. Me respondió que si estaba loca, que cómo iba a irme si el niño más chiquito tenía solo tres años y medio. Pero ya estaba “bretiona” y repetí ‘me voy’. Qué yo iba a hacer, ¿dejarlo solo?, tenía que seguirlo y además a mí me gustaba pescar”.

Bien sabe Lorenza que la vida en el mar es muy fuerte: “Verse donde estaba yo, no fue una vez, fueron unas cuantas. Luchando con jejenes, mosquitos, con condiciones malísimas. Tuve que trabajar mucho, agachá ahí con una manguera lavando el pesca’o, y venga y venga, hasta unos pargos que no podía levantar. Por todo eso tengo los brazos siempre con dolor. Él, él sirve menos que yo, porque como quiera le tocaba hacer más fuerza. Tengo hasta los dedos medio lisia’os de halar tantas redes”.

“Pasamos dos ciclones en los cayos y esa criatura nunca me dijo ‘viejo yo tengo miedo’. Un día siento chun… y miro para atrás, pero no me doy cuenta de que ella se había caído. Si no la hubiera enseñado a nadar, allí mismo se me ahoga”.

Pero la vida y sus azares, y el almanaque que no se detiene, alejó a estos dos pescadores de su pasión. Juana, una de sus hijas, asegura: “Se tienen que sentir satisfechos porque les dedicaron más de la mitad de sus vidas al mar, a la economía, al bienestar de sus siete descendientes.

“Cuando se habla de pescadores buenos, de serrucheros experimentados, de pesca de corral, siempre mencionan a nuestros padres”, asegura orgulloso Alfredo, otro de los vástagos. Es difícil encontrar conformidad ante tanta añoranza. “Estamos luego acostados y me dice: ‘viejo, viejo, mira qué noche pa’calar las redes’, y yo le digo: ‘vieja, déjame dormir’”.

*Fragmentos de la historia del documental aMARte, realizado en el 2010 por Yanisleidy Prado Rojas, Gelsy Rodríguez Rivero, Carmen Luisa Hernández Loredo, María Antonieta Colunga y Yurislenia Pardo Ortega. Survisión