CAMAGÜEY.- María del Carmen, María Elena y María Julia Álvarez Núñez, o simplemente las Marías, son tres evangelios vivos, como dijera José de la Luz y Caballero, porque ellas sí educan, es lo que han hecho desde muy jovencitas, apenas con 14 años. La mayor de las tres, María del Carmen, ya andaba metida en intrincados parajes de la geografía nacional alfabetizando: “Cumplí con el llamado de Fidel”. La que le sigue, María Elena, no se quedó atrás, y aunque por la edad no pudo ir tras su hermana, también cumplió con el llamado; ella, más cerca de la casa, en el barrio. A la más joven de las tres no le tocó alfabetizar; sin embargo, María Julia, ya retirada y reincorporada, aún permanece frente a un aula, y por experiencia propia puedo asegurarles que es tremenda profesora.

¿Fue casualidad que las tres se convirtieran en profesoras?

María del Carmen (MC). —Cuando terminamos la Campaña de Alfabetización, en el acto de diciembre de 1961, fuimos convocados por Fidel a seguir estudiando, ya habíamos tenido la experiencia de estar en La Sierra y en el Escambray en tiempos de la Lucha contra Bandidos, el nivel de compromiso era tal que cumplimos con el llamado del Comandante y nos fuimos al Instituto Makarenko, allí estuve hasta 1967, fecha en la que se nos dio otra misión: formar a los futuros maestros. Toda esa época fue muy bonita, pero cuando llegué a los Camilitos, ya aquí en Camagüey, empezó otra etapa en mi vida, tengo la dicha de haber formado a muchos que hoy son generales y altos oficiales de las FAR, incluyendo a Orlando Cardoso Villavicencio.

 

María Elena (ME). “Era apenas una muchachita, jamás me había separado de mis padres, pero siempre quise ser maestra, no sabía cómo, y en cuanto se me dio la oportunidad me fui para Minas de Frío, si ya mi hermana estaba allí, yo podía entonces seguirla y mi mamá siempre nos apoyó. Al concluir los estudios nos mandaron para la antigua Isla de Pinos. En aquellos tiempos no se podía decir que no, yo sabía que existía porque estaba en el mapa, pero no tenía idea de a lo que iba, fui por dos años y me pasé siete. Pero tuve el honor de participar en el programa que llevó a la Isla a convertirse en la Isla de la Juventud, por la cantidad de jóvenes que allí estudiaban. Empecé por Química, y después me pasé para Historia, porque no había plazas. Luego regresé a Camagüey, donde fui desde maestra hasta subdirectora de escuelas”.

 

María Julia (MJ). “Yo, por mi parte, me inclinaba por algo que tuviera que ver con la Salud, pero en 1972 la provincia pasaba por una falta de maestros grandísima y nos pidieron a los militantes de la UJC dar el paso al frente para dar clases, y sin mucho tiempo, a los dos días, estaba en el aula, sin saber mucho de metodología. Aunque había sido monitora de Física, que era lo que me gustaba, en aquel momento hacían falta profesores de Historia, y cumplimos. Empecé a trabajar en la secundaria Alfredo Álvarez Mola, allí supe lo que era impartir clases, gracias a mi tutora y al director de la escuela. Después de varios años en la enseñanza secundaria pasé al preuniversitario, exactamente en la ESPA Inés Luaces, fue una experiencia bonita y difícil, pues a los atletas no les interesa mucho la parte académica y tenía que motivarlos el doble, pasaron por mis manos excelentes atletas que después llegarían a convertirse en campeones.

¿Qué opinan las Marías de la manera en que se imparte la Historia hoy?

MC: —Siento que hoy no se le da la importancia que lleva, la Historia no se puede impartir desde el libro de texto, el maestro tiene que sentirla, impartir una asignatura así implica mucha responsabilidad, no es darla por cumplir o por salir de algo.

ME: “También faltan medios, una buena clase de Historia lleva un mapa, láminas, un buen libro de texto, y eso hoy desgraciadamente no lo tenemos en nuestras aulas. ¿Cómo se le habla a los alumnos de José Antonio Saco sin una imagen de él? Hay que llevar a los muchachos a los museos para que vivan la Historia, más si esta generación es muy audiovisual, y lo que no le entra por los ojos no lo fija. Además, el profesor tiene que estar informado y tenerle amor a lo que está enseñando”.

MJ: “Hoy tenemos la ventaja de contar en los laboratorios con información digitalizada, y no todos la usamos; también hay que tener presente que la Historia compite con otras dos asignaturas tan o más difíciles como Matemática y Español, además de los otros gustos de los muchachos como el reggeatón, el paquete y otros fenómenos. El profesor tiene que ser mago para que la historia llegue con carisma y no se convierta en muela ni teque”.

¿Al cabo de los años, cómo valoran el reconocimiento social que tiene hoy esta carrera?

ME: —Hoy se subvalora, los buenos alumnos no quieren ser maestros, prefieren otras carreras con mejor salario, y cuando alguno dice que va a serlo, allí va la familia a convencerlo de lo contrario. Y muchas veces no se tiene en cuenta que detrás de esos alumnos brillantes ha habido varios profesores moldeando ese talento.

MC: “Tampoco se tiene en cuenta la experiencia, los que iniciaron esta batalla. Nadie se acuerda de los Makarenkos, a no ser los de La Habana, y esa historia no se puede olvidar, es una manera de educar con el ejemplo a las nuevas generaciones. Hay quienes pasamos inadvertidos en Educación y ya nadie se acuerda.

También es muy bonito cuando te paran en la calle y te dicen “usted fue mi profe”, o cuando le indican a su familia, “mira, ella fue mi profe”. Es muy agradable cuando la gente llega a tu casa para que le ayudes o cuando alguien dice: ‘vayan a casa de las Marías, que ellas seguro te ayudarán’. Eso no lo compra ningún dinero”.

MJ: “Pero al maestro hoy no se le reconoce, se priorizan incluso económicamente otras profesiones y de nosotros, que estamos en la mirilla de todo el mundo, que no podemos equivocarnos y que tenemos la responsabilidad de formar los cubanos del presente y del futuro, se acuerdan de nosotros solo en la Jornada del Educador. Queremos el lugar que nos corresponde”

A pesar de esas condiciones, hay jóvenes que conscientemente eligen esa profesión. ¿Cuál es el mensaje de las Marías para ellos?

MC: —Mucho amor, mucha preparación, mucho sentimiento revolucionario, que interpreten el rol del maestro, que sepan inculcarles a las nuevas generaciones el amor a la Patria, a los héroes y mártires, solo así haremos esta obra infinita, y en esa misión de llevar adelante el sueño de Fidel los maestros somos imprescindibles.