CAMAGÜEY.- Existe gente como Blanca Aurora Yáñez Olivera marcadas en la vida por las grandes cifras. Si algunos ven en ellas no más que números, para Blanquita representan la sal de su felicidad: “Yo nací en una familia muy pobre y con el paso del tiempo acumulé la riqueza de 42 años en un centro de trabajo, 57 de casada y he tenido la posibilidad, desde 1991, de ser la delegada de mi circunscripción”.

A Blanquita le llaman así desde hace mucho. Según cuenta, le pusieron el diminutivo por primera vez en los campos de Maraguán, perteneciente al municipio de Jimaguayú, cuando apenas era una “vejiga”. Ni de cerca imaginaba cuánto placer le causaría oírlo fuera del círculo familiar.

“Para mí resulta fundamental sentirme una persona útil en la sociedad. Cada vez que los habitantes de la comunidad me solicitan para verificar o plantear determinado problema, pienso en la responsabilidad que tengo con sus más de 4 000 habitantes y en satisfacer cada petición como si fueran propias. No hay nada mejor que ayudar a las personas de manera desinteresada, esa máxima la aprendí desde la cuna”.

El triunfo de la Revolución señaló nuevos horizontes para la delegada, quien agradeció la oportunidad de aprender a leer, escribir y de acercarse a los conocimientos que siempre prendieron su curiosidad.

“Siempre me han gustado mucho las manifestaciones de la cultura y al trasladarme para la ciudad de Camagüey hice una vida de aficionada a las artes. Asistía a las salas de cine, a las exposiciones pictóricas y en cuanto sabía de alguna función de ballet, inventaba un espacio para asistir a ellas.

Tal fue mi vínculo con el mundo cultural en esta tierra que me convertí en una de las fundadoras de la Biblioteca Provincial Julio Antonio Mella en 1963. Allí obtuve el título en bibliotecología, pasé cuatro décadas disfrutando de la amistad de mis compañeras, la compañía de los libros y guié al público hasta el día de mi retiro.

Con la jubilación me concentré en mis labores como delegada, que requieren de mucha intensidad. Es un esfuerzo mayor, incluso, a las cinco veces que he subido al Pico Turquino, sin embargo, el alma queda limpia y liviana cuando uno ha hecho bien su trabajo.

Una sonrisa en los labios y la mejor actitud sembrada en el alma, es lo que ella necesita para enfrentar los dilemas que le surgen de improviso. A pesar de su naturaleza indoblegable, tuvo sus dudas: “en una ocasión, tras una crítica situación con el flujo del agua en más de cinco barrios, pensé en dejar el cargo. Después de meditarlo con calma renuncié a esa idea porque lo más fácil sería abandonarlo todo y llevar una vida tranquila, no obstante a las dificultades, aposté por ayudar a mi pueblo”.

Las jornadas grises del ciclón Irma asomaron en las palabras de Blanquita, pero esta vez no para narrar las penurias del desastre o cuantificar daños imposibles de resanar.

“Luego del paso de ese fenómeno aprecié, in situ, los deterioros de las 29 viviendas afectadas y tuve la grata experiencia de observar cómo en la Oficina de Trámites instalada en Avellaneda, se les gestionaron los materiales a esos ciudadanos para que repararan sus hogares. Los desastres fueron diversos en esta zona que ocupa una buena área del Centro Histórico, pero quedé satisfecha con la acción de las autoridades de la provincia”.

Blanquita, nombrada Hija Distinguida de Camagüey en el año 1999, piensa en los jóvenes del ahora como los futuros constructores del socialismo y los tiene presentes en las actividades de la comunidad.

“Contamos con niños de las escuelas José de la Luz y Caballero y José Luis Tasende que nos animan en las rendiciones de cuenta con cantos, bailes, poesías… Ese es un momento importante para que la escuela se vuelque a la comunidad, y a la vez, las nuevas generaciones se familiarizan con nuestros encuentros.

“El hecho de ayudar te reconforta, te alimenta el espíritu, forma parte de mi felicidad”, dice Blanquita, elegida recientemente como delegada municipal por su circunscripción No. 15, porque se sabe afortunada por las cifras que le ha dado la vida y las alegrías que pueda generar su diminutivo”.