CAMAGÜEY.- El artista multimedial Jorge Luis Santana Pérez merece la Distinción Fidelio Ponce de León 2017. En vez de refugiarse en la obra individual, este joven apela a la sinergia colectiva. Concibió el Festival Internacional de Videoarte de Camagüey y fundó El Circuito, espacios que aprovechan los nuevos medios ante la urgencia del cambio sustancial en la forma de exhibición del arte.

Inclasificable entre sus contemporáneos, aunque a la manera tradicional estudió artes plásticas y fotografía de cine y televisión. Jorge Luis Santana Pérez nació con un estigma que el tiempo ha bruñido como su virtud: el chip del entusiasmo por el uso de las tecnologías de avanzada. Ese gen de la curiosidad lo llevó a explorar las magnitudes de lo visual, al punto de concebir el Festival Internacional de Videoarte de Camagüey y de fundar El Circuito, dos obras extraordinarias que al señalar el problema de la forma anquilosada de exhibición del arte, demuestran por sí mismas que ese cambio sustancial es posible si se aprovechan los nuevos medios.

Still de Nación sonora, video arte de 1’37”, del 2011.Still de Nación sonora, video arte de 1’37”, del 2011.

Eres el más joven artista que recibe la Distinción Fidelio Ponce, ¿cuánto pesa eso?

―No me siento tan joven. La distinción surgió con una relevancia y un incentivo material, después decayó, ahora la retoman y me alegro. Ya no dan nada de eso, pero es importante reconocer el trabajo de la gente, sea viejo o joven. Hablando claro, en el día a día de las instituciones quienes están haciendo exposiciones y en diversa actividad cultural, la mayoría son “jóvenes”. Si ahí descansa la cultura de nuestro tiempo, debe atenderse más a quienes están produciendo más mezclados a la sociedad actual, y no ser laudatorio solo con una generación.

Quiero ir más allá, ¿qué puntos de contacto te trazas con Fidelio Ponce?

―No me considero un artista tradicional. Soy investigativo. Mi obra no se puede catalogar por parámetros estéticos o de la manera tradicional de las artes visuales, por lo tanto, en ese sentido no coincidimos. Fidelio es uno de los artistas camagüeyanos más importantes que trascendió y eso es un orgullo. Más allá de que pese en el currículo esta Distinción, me satisface que alguien siente que debe reconocer lo que uno hace.

Si se dice Santana, la gente piensa en El Circuito, ¿qué extrañas del Santana de antes de El Circuito?

―Todo mi tiempo lo he dedicado a las ideas. Tengo montones de ideas acumuladas. El Circuito me ha servido para pensar y acomodar ideas, pero el perfeccionamiento del espacio, el completamiento del personal, la búsqueda de tecnología, la inserción social de lo que queremos hacer… lleva mucho tiempo. Esta etapa de mi vida me complace. He podido hacer algunos videos. Siempre participo en el Festival, de manera no competitiva. Sin embargo, antes de refugiarme en mi obra personal, me resulta necesario lo que con la población hacemos un conjunto.

Muchos no saben que las imágenes de varios espacios de la ciudad son obra tuya…

―Las ambientaciones no las considero mi obra. En mi currículo están pocas, las que hice con libertad creativa como la escultura de la antigua Escuela Formadora de Maestros, después Escuela de Instructores de Arte. La tumbó el huracán Ike. Hice dos intentos para restaurarla, pero no me dejaron entrar. El resto lo relaciono con su funcionamiento para el encargo social de la institución que me lo pide, y a veces lo trabajo en colaboración con otros artistas. Claro, yo lo disfruto. El resultado económico me sirve para invertirlo en mi obra, inclusive en el equipamiento y en acciones de El Circuito, pero deslindo una cosa de la otra.

En asuntos de tecnologías, ¿fuiste el más inquieto de tu generación?

―En mí hay una historia en eso, desde pequeño hasta ahora. Mi padre arreglaba equipos, era técnico en Electrónica. Con esas inquietudes entré a la Escuela Vocacional de Arte, donde se estudiaba Artes Plástica, y hacía mis experimentos, arte cinético. Ahora la tecnología está más unida al arte y se considera, pero en los años ´80 era algo raro. Trajo sus consecuencias porque entonces los parámetros artísticos eran el bad painting, el expresionismo y otra serie de cosas.

Avancemos solo hasta los ´90, para que me cuentes de la Asociación Hermanos Saíz que cuajó con tus contemporáneos…

―Nos tocó cristalizar la entrega de la actual Casa del Joven Creador. Era un grupo de intelectuales. Unos siguen aquí y otros ya no están en la ciudad. Allí conocí a Diana (Rosa Pérez Legón), entonces productora de la Casa. Era una generación interesante: Jesús David Curbelo, Mayito Junquera, Oneyda González, Tania Vergara... Nos tocó conseguir la actual sede, limpiarla, arreglarla, acondicionarla. Fuimos los primeros que soñamos la Casa del Joven Creador. Recuerdo esa época de trabajar gratis siempre, una época importante de entrega a ese espacio. Después fue con la Uneac…

Hasta lograr el sueño de El Circuito, ¿es ya obra terminada?

―El de El Circuito fue un nacimiento complicado. Diana y yo soñamos este espacio amigable con las tecnologías, donde se respira un buen ambiente creativo. Primero se pensó como oficina del Festival. Ya con siete ediciones hemos demostrado que podíamos hacer un evento internacional con grandes premios y buena inserción de la crítica y de artistas internacionales fuera de La Habana. Luego nos quedaba la institución, como se gestionan los proyectos ahora, no esperando a que nos den recursos materiales, sino poniéndolos de nuestro patrimonio personal. Nos hemos ganado el derecho a existir. Colaboramos con instituciones no culturales. Lo que hacemos aquí irradia a toda la ciudad. Quisiéramos más, pero vamos paso a paso.

Escultura ambiental interactiva, emplazada en el Centro de Negocios Miramar Trade Center, La Habana.Escultura ambiental interactiva, emplazada en el Centro de Negocios Miramar Trade Center, La Habana.

¿Por qué insistir como Iniciativa Municipal de Desarrollo Local en la gestión cultural?

―Queremos un espacio para apoyar la gestión cultural de la nación sin causarle gastos. Son experiencias de una generación que ha querido ponerlas en práctica según su formación, y de cómo sentimos. Las instituciones más exitosas dentro del sistema de Cultura son peculiares: Casa de las Américas, el Centro Pablo, el Centro Wifredo Lam, la Fundación Ludwing, el Centro Cultural Criterios, pero están en La Habana. Al interior del país son las instituciones establecidas: las Casas de Cultura, las galerías… Crear un nuevo espacio es complicado, pero el nuestro es viable. Casi a los dos años de inaugurado, El Circuito promueve la cultura, genera empleo, esparcimiento acorde a los principios de la nación, brinda acciones de libre acceso y nada de eso le está costando al presupuesto del Estado cubano.

En una ciudad aferrada a la tradición, tú has defendido el arraigo desde lo contemporáneo, ¿qué limita el desarrollo de nuestra cultura?

―Camagüey es una ciudad conservadora. Tiene una fuerza cultural, pero también estamos arrastrando una época dorada de cultura que se ha transformado. Hay muchas instituciones, y eso es bueno, pero ahora hay que concentrarse en los artistas, crearles becas, condiciones para realizar su obra aquí. No hay suficiente claridad de salvar a las personas. Urge una relectura del mapa cultural de la provincia.