Foto: Orlando Durán Hernández/AdelanteFoto: Orlando Durán Hernández/AdelanteCAMAGÜEY.- Olimpia y Mercedes desde pequeñas retuvieron en la memoria las anécdotas que el papá, Miguel Pérez Mederos, les contara sobre la visita del Che a la fábrica de gases industriales donde laboraba como operador de la planta de oxígeno.

Pérez, en los días previos al ciclón Flora, que impactó en la región oriental de Cuba en 1963, disfrutaba de vacaciones, pero ante esta eventualidad y el reclamo de la administración acudió a la industria, enclavada en calle A y Quiñones, en el reparto Las Mercedes, para contribuir a que todo volviera a la normalidad.

Cual no sería su sorpresa: al saber que a la fábrica se apareció el Che, sin anunciarse la visita. Pérez en ese momento se hallaba al fondo y no perdió tiempo en incorporarse al grupo.

Sus compañeros que llegaron primero le contaron lo sucedido, anécdota recogida en el libro: Semillas camagüeyanas del Che de la Editorial Ácana, 2007, presentado en la XVI Feria Internacional del Libro de ese año.

“Llegó al anochecer y no había fluido eléctrico en esos momentos. Como se conoce, el local de producción no está cercano a la puerta de acceso a la Unidad y, desde la planta, los que estaban de guardia observaron la llegada de visitantes y su entrada.

“Miguel Romaguera González, ya fallecido y entonces administrador de la planta, vigilante del grupo que había entrado, observó que uno de los visitantes venía fumando un tabaco, por la llamita que distinguió, y le gritó a todo pulmón:

“ ¡Oye, comemierda, apaga el tabaco porque vamos a volar! Cuál no sería la sorpresa al acercarse y ver que el fumador era el Comandante y Ministro Che Guevara, quien venía con otros compañeros.

“El Che, de inmediato y disciplinadamente, apagó con sus propias manos el tabaco, mientras comentaba: “Verdad que hay que ser comemierda para entrar fumando a este lugar”.

La razón de Romaguera, de preocuparse porque no se fumara, resultaba más que justificada: los bidones de carburo almacenados —a pesar de estar protegidos— expedían gases, lo que obligó a sellarlos con barro.

El Che, según los autores de la obra: Ramiro M. García Medina y Andrés Carreras Cubelo, admiró la postura del colectivo de no abandonar la unidad frente al riesgo de volar con ella en cualquier descuido.

En la calle A del reparto Beneficencia, a dos cuadras del Instituto Preuniversitario Rafael Guerra Vives, Miguel Pérez reside en compañía de su esposa y de Olimpia, quien parece que para rendirle homenaje permanente al Che estudió Medicina, mientras su hermana Mercedes lo reverencia desde las ciencias económicas.

El mismo fotógrafo quedó sorprendido de la capacidad de respuesta y de la memoria de este hombre, quien el 31 de diciembre próximo cumplirá 96 años y no oculta el orgullo de haber visto al Che y de estrecharle la mano. Lo calificó de afectuoso por ese gesto que tuvo también con otros de sus compañeros.

Dice el entrevistado que era una obligación de él responder al llamado de su centro laboral, donde comenzó el 12 de mayo de 1953 y permaneció hasta el 17 de mayo de 1987.

“Él tenía unos prontos como si conociera a la gente desde hacia muchos años, por eso le caía bien a las personas. Preguntaba por los más mínimos detalles. Personalmente no lo vi más, sí por televisión”.

De la impresión que le causó el Che y de las opiniones de sus compañeros de labor explicó: “La gente comentó que era ejemplar como individuo. Nos dejó a todos con un regocijo muy grande”.

“Es una lastima que lo asesinaran porque si estuviera con nosotros aquí las cosas fueran diferentes”.

Pérez recordó una anécdota inédita, motivada por la expresión de otro compañero de la fábrica, quien dirigiéndose al Che, exclamó “un operador de acetileno es un bárbaro trabajando, pero es medio “gusanón”, no quería hacerse miliciano.

El Che ripostó: “Si es buen trabajador, como ese necesitamos miles”.

El nonagenario en 1961 participó como alfabetizador en la campaña nacional para erradicar el analfabetismo en Cuba.

Al inaugurarse la planta de nitrógeno líquido Arbelio Moles Ulloa, habilitada con líneas de llenado de oxígeno, concebida por el Che dentro del plan de industrialización de Cuba, Pérez pasó a operador de acetileno.