Foto: Orlando Durán Hernández/AdelanteFoto: Orlando Durán Hernández/AdelanteNUEVITAS, CAMAGÜEY.- Evelio Faustino Granja Cortada tiene 72 años, pero cuando fue para la escuela de administradores Patricio Lumumba, creada por el Che y con sede en La Habana, tenía apenas 15.

Lo recuerda con orgullo, como la vez que su mamá, durante una visita del legendario rebelde a Nuevitas, lo interceptó en las afueras de la ciudad, vía hacia Camagüey.

“El Che la atendió y ella le dijo ‘Comandante, yo tengo un hijo en esa escuela’. Mi mamá en una carta me contó la anécdota. El Che se alarmó y le dijo: ‘¿cómo una madre tan joven puede tener un hijo en la escuela de administradores?’”.

Granja no logró hablar con él durante su estancia en la escuela, radicada en Vento. El curso, de un año de duración, tenía una matrícula de más 400 alumnos, y como requisito se exigía un test mental y una entrevista, que en su caso le realizó el líder sindical Lázaro Peña.

“Me preguntó a qué yo aspiraba y por qué quería ser administrador de industria. Le dije que provenía de una familia revolucionaria y quería ayudar a mi Patria y a mi Revolución. Terminamos 307. El contacto con el Che fue cuando nos graduamos. Sin maldad ninguna nos sentamos delante, en la primera fila, dos compañeros más de Nuevitas, Pablo Delamov Sarría, ya fallecido, y José Lanyao Doval, que está en La Habana.

“Con la mano en la boca Delamov me dice: ‘Granjón, el hombre no te quita los ojos de arriba’, y miro hacia allá y me tenía puesta la mirada fija, penetrante. Y me dije: ¿estará pensando él que soy muy joven para administrar una fábrica o cómo era posible que pasara la escuela y otra gente ponchara?”.

El entrevistado relata que dentro de la matrícula se hallaban expedicionarios del Granma, combatientes de la Sierra Maestra y militantes del Partido Socialista Popular; el único que no tenía historia, a su juicio, era él.

Ya egresado lo ubicaron en la fábrica de licores y vinos Bodegas Sánchez Alegret, de Ciego de Ávila, con unos 20 trabajadores. El dueño abandonó el país y al frente del negocio se quedó un hermano. A Granja lo mandaron como interventor. “Era él quien tenía la sabiduría, pero yo, al igual que el Che, mantenía mi duda sistemática. Esa frase ha vivido en mí toda una vida”.

El discurso del Che en la graduación el 21 de diciembre de 1961, impreso en un folleto, lo conserva como una fuente de consulta. Esa práctica de aprender, de enseñar y de ayudar perduró durante toda la vida de dirigente en Granja, y recordó que en el Año de la Alfabetización abrió un aula en la fábrica, y con los materiales adquiridos por él enseñó a los que no sabían leer y amplió los conocimientos de otros.

En la fábrica Granja tropezó con un problema: el dinero de las ventas, siendo ya administrador, no podía ingresarlo pues no tenía firma reconocida en el banco por ser menor de edad. Como hombre decidido arrancó al otro día para La Habana, llegó al Ministerio de Industrias, habló con la secretaria del Che, le contó el problema, y se sentó frente a frente con él.

“Le expliqué la situación con el banco; me estuvo preguntando de las características de la fábrica, de cómo me sentía; llamó al jurídico del Ministerio de Industrias y mandó a dictar una resolución especial para que se reconociera la firma en el banco de Ciego de Ávila.

“Era una carta que firmó el Che, sencilla, pero con una importancia extraordinaria y que me daba ánimo. Me quedé con una copia, que se mojó cuando el ciclón Flora en Nuevitas, yo la tenía como una reliquia”.

Cuando le cambiaron el uso social a la fábrica de vinos avileña regresó a Nuevitas a trabajar en lo que fuera la fábrica de alambre, en montaje… y fue él, junto a otro compañero, uno de los primeros operadores de la máquina de revestimiento de electrodos.

Quien dirigía en ese momento la industria, de apellido Santana, se enteró de que Granja había cursado la escuela de administradores. Lo llamó y le dijo: “¿Cómo si tú aprobaste la escuela del Che vas a estar allí? A partir de ahora vas a ser mi segundo en el combinado”.

“Y fue una idea buena, porque necesitaba nutrirme de los obreros, de cómo vivían y trabajaban ellos”.

Las enseñanzas del Che durante la etapa en que dirigió —lo dice hoy que está retirado— lo hicieron actuar con austeridad en la Empresa Municipal de Comercio, en la Dependencia Interna del Poder Popular y en el Comité Regional de la Unión de Jóvenes Comunistas, donde fue segundo secretario y miembro del Comité Provincial en Camagüey.

“Mi formación política, ideológica, mi honestidad y sencillez se las debo al Che y a Fidel”.

—¿Qué fue lo que más le impresionó del Che?

—Por su mirada penetrante no era fácil aguantar un minuto la vista del Che, me impresionó también la modestia, la sencillez. No hay un día de la vida en que no piense en él y critique las cosas malas que si él estuviera vivo no sucederían.