Foto: Leandro Pérez Pérez/ AdelanteFoto: Leandro Pérez Pérez/ AdelanteCAMAGÜEY.-  Nancy Hernández Martínez es una de esas personas a las que le gusta mucho conversar. Es de la gente que mientras cuenta su vida te narra la historia de un lugar, las particularidades de una etapa y en este caso, los inicios de la informatización en Camagüey.

Con ella quisimos conversar para acercarnos a sus memorias que son también las de los Joven Club de Computación y Electrónica (JCCE) en la provincia.

“Me enteré de la iniciativa de Fidel por una convocatoria que salió en el periódico Juventud Rebelde. Era graduada de técnico de nivel medio en programación y como dominaba temas similares, me pareció válido intentarlo”.

Nancy fue una de las cinco camagüeyanas elegidas para el primer curso de preparación con sede en Villa Clara.“Allí nos dimos cuenta que nuestros conocimientos informáticos no eran suficientes para enfrentarnos a lo que venía”.

Dice que fue un poco difícil cuando le dieron las clases sobre los teclados inteligentes y el sistema operativo Windows XP. “En mi tiempo de estudios no existían suficientes equipos. Que recuerde, solo habían computadoras en la Universidad, el Pedagógico, en el departamento de Estadística y en la Agricultura. Y como el uso allí era restringido, los profesores no tuvieron otra opción que cambiar toda la práctica por la teoría”.

Ya con la base de la carrera y la actualización del curso, la ahora Máster en nuevas tecnologías regresó a su tierra y comenzó a trabajar. “Era el único centro en el territorio y todos querían aprender a usar las máquinas. Las colas en la puerta eran inmensas. Imagínate, lo nuevo siempre llama la atención. Además, era un espacio al que podía venir cualquier persona y sin costo alguno.

“Al principio teníamos que informatizar, y eso suponía darle clases lo mismo a un niño que a una persona de la tercera edad. Tuvimos que estudiar mucho porque tampoco nos íbamos a quedar atrás. Las tecnologías y los programas avanzan muy rápido y así teníamos que andar para ofrecer el mejor servicio posible”.

Ese afán de autopreparación unido al compromiso con el proyecto, le restaron horas dentro de casa. Entre computadoras, licenciaturas y eventos nacieron Carlos y Heidy Marian, “por ellos tuve que crear estrategias para no consumir tanto tiempo en el trabajo, mi familia lo necesitaba y creo que yo también. Ya el joven club se había convertido en mi primer hogar”.

Asimismo conversamos sobre los cambios funcionales de los JCCE en los 30 años de creados, las alternativas para volver a ser la computadora de toda la familia y las perspectivas.

“Los que llevamos tiempo aquí sabemos que visitar estos locales ya no es lo mismo que antes. En las casas hay más computadoras, la gente tiene mayor educación tecnológica y los niños la reciben como asignatura en sus escuelas. Eso sin contar la competencia que nos hacen  cuentapropistas.

“Actualmente contamos con máquinas más modernas, con productos culturales atractivos, con juegos más cercanos a la realidad, pero no es suficiente. Si nuestro fin es volver a ser el centro de atención de todos debemos pensar diferente y utilizar mejor lo que tenemos”.

Aunque los años le hayan pasado factura, como ella dice, Nancy llega temprano todos los días al Joven Club número 10 del reparto Modelo. Sabe que allí la esperan nuevas historias, nuevas etapas. Esas también las quiere contar, sobre todo, porque son parte de su vida.

Foto: Otilio Rivero Delgado/Adelante /ArchivoFoto: Otilio Rivero Delgado/Adelante /Archivo