CAMAGÜEY.- En la actualidad se definen o se redefinen aspectos fundamentales para el funcionamiento de los Comités de Defensa de la Revolución, fruto del proceso de las asambleas de base rumbo al Noveno Congreso de la organización de masa más grande de Cuba. El contexto para el que fueron creados ha variado y por eso algunos se cuestionan hasta la necesidad de su existencia, en estos momentos trascendentales para el futuro de los CDR, Adelante Digital fue a la raíz, a la esencia, en busca de respuestas y las encontró.

Caridad Guzmán (Calila) tiene 95 años y fue presidenta fundadora del CDR No. 3 en la calle General Espinosa, entre San Ramón y Lugareño, hasta que la salud se lo permitió. Ella recuerda, con envidiable memoria, el momento en que se dieron cita cerca de la entonces tintorería La Perla, el 17 de mayo de 1961, para organizar la vigilancia revolucionaria junto a sus vecinos.

“Yo era del bloque de la FMC y Lorenzo Vega me propuso como presidenta del CDR, acepté con la condición de que él me acompañara en la dirección, hicimos tremendo equipo junto a Glaucia Rodríguez como secretaria; la tesorera era Ofelia Puig, y Concepción Barrera la secretaria de correspondencia.

“Les explicamos la necesidad de una organización como la nuestra. Eran otros tiempos, los enemigos de la Revolución hacían cualquier cosa para atentar contra un proyecto que estaba surgiendo y nosotros no podíamos quedarnos detrás”.

Rememora otro momento histórico en que los vecinos dieron muestras de su apoyo a la dirección del país. “Cuando la Primera Declaración de La Habana, nos reunimos, la leímos, debatimos sus puntos, la aprobamos y a las doce entonamos las notas del Himno Nacional. Decidimos pasarle un telegrama al Comandante, que decía: La ratificamos y la ratificaremos siempre, y lo firmamos los compañeros que estábamos presentes”.

Así se hace constar en el libro que recoge las primeras actas de este CDR, desde el año 1961. “Otro momento importante fue cuando le pusimos al Comité Luis Fernández Quiroga, un joven que entregó su vida por la Revolución, fue una motivación más llevar ese nombre que fue aceptado por unanimidad.

“También recuerdo que decidimos destinar parte de nuestras finanzas a la suscripción del periódico Adelante, nosotros hacíamos círculos políticos, y llegamos a tener hasta una biblioteca del barrio en mi casa, arrancamos con casi 20 libros, como La Historia me Absolverá, El Manifiesto Comunista, entre otros.

“El trabajo era muy serio, hasta las finanzas las llevábamos a punta de lápiz. No deberíamos dejar perder una organización como esta, que ha demostrado ser muy necesaria en varios momentos de la vida del país, por eso les pido a quienes dirigen este CDR que hagan las reuniones cerca de mi casa, para poder participar, sin tener que desplazarme.

“A los jóvenes les aconsejo que continúen nuestra obra, les dejamos un camino adelantado y ahora les toca a ellos mantener y mejorar este proyecto desde organizaciones como los CDR y la FMC, que no son más que el barrio organizado, para cumplir las tareas que se les asignen”.

Sabias palabras las de Caridad, quien a la edad que no aparenta tener, defiende con ahínco una organización que creció y maduró junto con ella. En el legado imperecedero de la presidenta de este CDR encontramos las esencias de una organización que nació para ser eterna.