Nosotros, los jóvenes de Adelante, teníamos reunión de la Juventud, pero la alegría de la jornada nos llevó al Vo sabéi; allí conseguimos insuflarle a la reunión el espíritu que ameritaba la ocasión. La historia regala cada cierto tiempo regocijos especiales, y estábamos en medio de uno de ellos: vimos a todo color concretarse el comienzo del entendimiento entre dos gobiernos vecinos y, una promesa.

Junto a los primeros pasos hacia la concordia, caía en cada mente, como una suave lluvia de fin de año, el gozo de ver de vuelta a aquellos hombres que sacrificaron años de su juventud, familia y amigos. El 17 de diciembre del 2014 traspasó las rutinas y se incrustó en las efemérides.

Los medios hablaban del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos. Los nuestros enfatizaban en el regreso de los Cinco. Hoy el énfasis es similar. ¿Cómo pasar por alto tanto sacrificio en épocas de tanto egoísmo; cómo no ponerlos de ejemplo de patriotismo cuando a otros les falta; cómo no conmoverse al verlos de regreso a los brazos de la familia, del pueblo, y de los amigos todos, los conocidos y los de otras latitudes que también lucharon por su liberación?

¿A quién no conmovió el abrazo de Antonio con su infatigable madre, o el andar cojeante de Ramón, y el beso con su esposa, o el mimo entre Gerardo y Adriana embarazada? Después vino el barrio. La gente salía a ver sus héroes. Los sentían así no porque el Gobierno lo estipulara, sino porque sabían cuánto habían entregado. Uno que había llegado antes, René, ya había recibido la vindicación personal de sus ex compañeros de trabajo que lo tuvieron por traidor durante años. Ahora les tocaba a ellos tres recibir en el horno de los afectos colectivos el fruto de su gloria, la de los héroes con el súper poder de amar torrencialmente y recibir torrentes de amor.

A la cocina de Magali volvió la yuca con mojo. Desde el encierro de Fernando más nunca había cocinado el plato preferido de su hijo, un hijo que ya no sería más nunca solo suyo, sino de multitudes como a las que él, ahora desde la vicepresidencia del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, les retribuye el cariño ofrecido desde diferentes latitudes.

¿Cuántos no cantaron junto con ellos y Silvio: “Yo no sé lo que es el destino/caminando fui lo que fui/allá Dios que será divino/yo me muero como viví/yo me muero como viví” ¿A quién no ha emocionado Gema, más hija de la solidaridad que de sus padres? ¿Cuántos en las provincias, cuando alguno de ellos ha ido de visita, no ha corrido a verlo, a tirarse fotos, a contarle cómo lucharon por su regreso?

Fue bueno que todo sucediera un miércoles, fue buena la coincidencia, porque aquellos hombres también supieron atravesarse en la historia. En la cárcel, cuando otros se ablandan o se envilecen, ellos sumaron fuerzas a sus principios y crecieron en bondad; en la distancia, cuando otros se deprimen, ellos nos alegraron con sus alegrías, convertidas en cartas y en poemas; ante las condenas desmedidas se forjaron una fe inmensa, que impresionó al mundo. En la cárcel, cuando otros terminan presos, ellos empezaron a vivir libres, como nunca.

Al año de tanta alegría, los festejos fueron menores en los hogares y centros laborales. La satisfacción de tenerlos se nos vuelve poco a poco costumbre. Nosotros no fuimos al Vo sabéi, en cambio, nos unimos a honrar con letras a nuestros héroes en su libertad plena. Otros solo hablaron del aniversario de las renovadas relaciones entre los gobiernos cubano y norteamericano, a nosotros nos toca resaltar la otra fase de aquel miércoles especial y no dejar que los Cinco sean recuerdo, sino un ejemplo vivísimo e imperecedero de cómo ser felizmente atravesado.

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