CAMAGÜEY.- La mejor noticia posible, la victoria indiscutida del “Capitán” Julio César La Cruz en la división de 81 kilogramos del boxeo, coronó este jueves para Camagüey los Juegos Olímpicos de Río Janeiro.

Luego de cuatro años de espera y preparación constante, la “Sombra” consiguió regalarse --y regalarle a los millones que lo siguen-- el único título que le faltaba por atesorar en sus vitrinas, donde también encuentran cabida los tres últimos cetros mundiales y una interminable lista de preseas de otras lides.

Para el hombre que ha sido seleccionado en varias ocasiones como mejor atleta de Cuba y mejor boxeador aficionado del orbe, este era “el triunfo”. Así lo había resaltado en numerosas ocasiones; todos sus entrenamientos, todos los éxitos que cosechara en este cuatrienio tenían un único objetivo: escalar a lo más alto del podio en la cita bajo los cinco aros.

Con su triunfo en la Ciudad Maravillosa, La Cruz hizo realidad la mayor expectativa de la afición lugareña en estos Juegos y conquistó el primer metal dorado de la provincia, en deportes individuales del calendario olímpico, desde que en el 2004 Yandro Quintana coronara similar hazaña durante el torneo de la lucha libre de Atenas.

Seguro en todas sus presentaciones, dominante en el momento “de la verdad” contra su ya viejo conocido Adilbek Niyazymbetov, consciente de que le correspondía abrir la cuenta dorada del boxeo cubano... ese fue el Julio César La Cruz que en Río de Janeiro, a miles de kilómetros de distancia, hizo subir con él ring una parte entrañable de la provincia que lo sigue. El mismo que cuatro años después de Londres hizo posible --por todos-- el desquite.