NUEVITAS, CAMAGÜEY .- Liga Nacional o Campeonato Nacional, llámalo como quiera, el torneo élite de fútbol cubano en su 102 edición muestra síntomas inequívocos de pasar por la mayor crisis de su historia. No hubo que ser muy perspicaz para encontrar esas señales en esta nororiental ciudad camagüeyana, que por estos días sirve de sede de la segunda ronda del apartado B, donde riñen los equipos de Artemisa, Guantánamo, Ciego de Ávila y los Miuras.

Adelante Digital le propone un diagnóstico de La Liga tras auscultar a jugadores, técnicos y directivos.

SAQUE DE META

Desde su anuncio hace algunos meses, el nuevo esquema de competencia de La Liga causó sobresalto en la prensa y los conocedores por el poco tiempo de recuperación que tendrían los atletas entre un partido y otro, máxime cuando la Federación Internacional de Fútbol establece un mínimo de 72 horas para modular la relación trabajo-descanso.

Según Antonio Garcés, vicepresidente de la Asociación Cubana de Fútbol, los males de la lid no son entera responsabilidad de la entidad en la que milita. “Todos nos critican pero nadie habla de las precariedades económicas y el presupuesto que el Estado destina para efectuar el torneo. El dinero que se asignó para transporte, alimentación y alojamiento, nos forzó a hacer los “concentrados” y jugar tan atropelladamente. Por es tan importante entonces el papel que puedan jugar los organizadores, que en el caso de Nuevitas se han esforzado muchísimo y con un buen resultado”, apuntó el directivo, negativamente predispuesto con la prensa.

Poco pudo agregar Garcés en cuanto a las gestiones que debiera realizar la Asociación para garantizar uniformes de calidad, calzado (que hace tres años no se entrega), balones y otros materiales deportivos. El resultado de estas desatenciones es un arcoiris de medias y shores diferentes, camisetas sin números, y atletas con zapatos rotos sobre la cancha.

JUEGO PELIGROSO

“Lo del descanso no es capricho, ni flojera, es una necesidad científicamente probada”, nos comentó Pablo Saínz, preparador físico del once artemiseño. “Ya tuvimos jugadores lesionados en la primera ronda, igual que los demás equipos. Los más frecuente son problemas musculares y de hidratación, estamos jugando en terrenos extremadamente duros y en horarios donde el sol castiga mucho. En 40 horas no se pueden disminuir los niveles de ácido láctico en el organismo, estamos arriesgando la salud de los muchachos”.

Roberto Villegas, director técnico de Camagüey, comparte ese criterio y agrega sus impresiones. “Un partido de fútbol lleva el cuerpo humano al límite de sus posibilidades. Hemos reforzado el trabajo con el masajista y le suministramos algunos suplementos vitamínicos, pero no es suficiente. A partir de la tercera fecha las capacidades de reacción, saltabilidad y resistencia merman de forma considerable”.

Algunos de los principales jugadores de los Miuras, como Armando Coroneaux, Dagoberto Quesada, Duxney Espinoza y Yaisniel Nápoles, quienes arrastran viejas lesiones, en cada salida ven en peligro su integridad física. Según el capitán Coroneaux, “es muy difícil mantener el nivel en estas condiciones, llega el momento en que quieres hacer una cosa y tu cuerpo no responde. La dirección ha tenido que rotar la plantilla para cuidarnos”.

BAJARLA DE PECHO

Tal parece que problemas e incapacidades administrativas no existen cuando el silbato del árbitro anuncia el inicio del juego (el desempeño de los referís también es un desastre, como siempre). Los jugadores salen al terreno a entregarlo todo por su camiseta –sin importar que esta sea amarilla pollito y no tenga número en la espalda--, no hay declaración de amor al fútbol más elocuente que la que se vive en Cuba.

En medio de este panorama los camagüeyanos buscan clasificar a la siguiente etapa y marchan segundos de su grupo con 12 puntos, detrás del multicampeón Ciego de Ávila (17) y perseguidos de cerca por guantanameros (11) y artemiseños (10).

Precisamente los avileños les han endosado las únicas dos derrotas de esta fase 4-1 y 2-1, en partidos donde la falta de precisión en la delantera, varios errores en la última línea y el pésimo trabajo arbitral se han conjugado para su desgracia. No obstante, la clasificación depende de sus propios esfuerzos cuando enfrenten en las dos últimas fechas a los onces que los persiguen. Los camagüeyanos, y los futbolistas cubanos en general, no ven otra alternativa que meterle el pecho a esta tormenta para mantener viva la pasión del torneo deportivo más longevo del país; una Liga que forzará su existencia, hasta que reviente.