Los visitantes llegan a Minas con el precedente de sendas victorias a costa de Ciego de Ávila y Cienfuegos, que los ratificaron como una de las formaciones con mayores méritos para aspirar al título cubano del más universal. Mientras Camagüey, el actual monarca, encajaba par de tragos amargos en esas fechas, restando la mayor parte del buen “sabor” dejado por el reciente nombramiento de su DT Julio “Lulo” Valero al frente del equipo nacional.

Primero fue un agónico empate ante Las Tunas y –el sábado anterior– un lapidario revés de 3-0 en la visita a Guantánamo. Precisamente el último resultado los hizo descender hasta el séptimo puesto de la tabla, entre las diez selecciones que animan la temporada.

Aunque en la debacle “altoriental” también influyeron factores como el transporte (nuestro equipo llegó a la Ciudad del Guaso en horas de la madrugada y a bordo de un ómnibus sin las mejores condiciones), se debe reconocer que los lugareños no han sabido “encontrar” su estilo de juego. Hablando con justeza el equipo ha cosechado lo que merece, de acuerdo con el nivel que ha mostrado.

Lo anterior no quiere decir que no tenga las armas necesarias como para rehacerse y volver al grupo de las potencias, donde por derecho propio le corresponde estar. De sus méritos para tal objetivo dará fe el partido de este sábado, en el que los camagüeyanos disputan mucho más que tres puntos.

Cualquiera sea el caso, no pueden darse el lujo de una derrota que virtualmente los mandaría al fondo de la tabla de posiciones y les obligaría a eslabonar una cadena de triunfos tan difícil como arriesgada.

Lo ideal sería no verse envueltos en un trance así y aprovechar –como ahora sucede– los partidos programados para la “Mineirao”, un escenario en el que los nuestros siempre han encontrado alicientes para superar malos momentos.

Noventa minutos de la tarde sabatina servirán para demostrar hasta qué punto sigue siendo así.

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