CAMAGÜEY- Amén de por el par de victorias con que aseguraron la subserie a tres encuentros de su debut, la visita de Las Tunas dejó a los camagüeyanos varios puntos para el análisis ante los compromisos por venir. Son los detalles que jugarán a su favor –o en su contra– a la hora de cultivar aspiraciones durante la presente Serie Nacional de Béisbol.

En primer lugar se impone reconocer lo más importante. El Camagüey de estas primeras jornadas ha sido el mejor equipo tricolor que se recuerda en mucho tiempo –una década quizá–, tanto por su nivel de desempeño como por la actitud con que ha estado saliendo al campo del “Cándido González”. Combativo, oportuno, constante, son algunas de las definiciones que mejor reflejan a la nómina conducida por el debutante Orlando González.

De entre los hombres que la integran se impone reconocer a dos veteranos que antes de escucharse la voz de play ball constituían una incógnita. Me refiero a Alexander Ayala y Vicyohandri Odelín. El primero no había sentado plaza en el equipo durante la temporada precedente y llegaba con el handicap de varios campeonatos signados por un desempeño irregular y de pobre compromiso hacia la franela de las ocho letras.

Odelín, en tanto, mostraba como referencia sus pobres dígitos de las últimas series, los mismos que habían hecho a muchos suponer que tomaría el camino del retiro... al menos para preservar las estadísticas que ha escrito en toda una vida sobre la lomita (19 temporadas antes de la actual).

Pero como para desmentir suposiciones, ambos han iniciado el campeonato con todo el pie derecho de la fortuna. Ayala lo ha demostrado sobre todo madero en ristre, merced de cinco imparables en once veces al bate, seis impulsadas y un vuelacercas; todo, como cuarto hombre de la tanda. Por fechas, la mejor de sus archivos fue la primera, en la que estuvo intratable para los lanzadores rivales. Además ha defendido impecablemente el campo corto, seguro y sin limitarse a la hora de atacar pelotas difíciles.

Respecto al “Viyo”, abridor del último desafío contra los Leñadores, se impone una salvedad. Si bien esa tarde se selló con derrota de 1-2, que fue a su cuenta, el “23” debe inscribirla con una extensa nota al margen: buen pitcheo, inteligente y con velocidad, siete innings completos, seis ponches y par de boletos (uno intencional), cuatro hits y solo dos carreras (una de ellas sucia). Suficiente como para respaldar la decisión de González, de incluirlo entre los abridores, y seguirlo bien de cerca durante las semanas por venir. No por gusto el diablo sabe más por viejo...

Ante contrincantes tan incómodos como Guantánamo y Ciego de Ávila –los próximos invitados que se darán cita en predios lugareños– los Toros deberán echar garra a todos los aportes posibles.

Junto con Ayala y Odelín, conviene no perder vista lo que puedan hacer hombres como Humberto Bravo (primer bate, cuatro imparables en nueve visitas al cajón de bateo, tres anotadas), Leonel Segura (segundo, 12-5, dos anotadas e igual número de remolques) y Héctor Hernández (de 10-5, cuatro llegadas al plato y tres impulsiones, un doble y un jonrón). Ellos, al igual que los abridores de las dos primeras fechas (Yariel Rodríguez y Carlos Pérez), constituyen el núcleo “duro” de una escuadra que muy bien puede medirse en igualdad de condiciones con la mayoría de los planteles en acción.