Pero los dirigidos por Víctor Mesa tienen a su favor un aura --poco menos que inexplicable-- que pudiera hacerlos rendir por encima de las posibilidades estadísticas y permitirles avanzar en el organigrama. Ya en otras ocasiones algo así ha sucedido, para alegría de los parciales que dentro y fuera de la Isla seguimos su accionar.

Tales victorias “improbables” (díganse casos como el del primer Clásico o la última Serie del Caribe) han servido también para que algunos obvien un hecho esencial: la pelota cubana demanda cambios.

Las cuitas de la selección mayor en este y otros certámenes han tenido como trasfondo la sangría de talentos experimentada durante los últimos años, en que cientos de figuras han abandonado el país.

La solución definitiva de ese proceso escapa a las posibilidades de Cuba, pues todo depende de la legislación estadounidense, que al amparo del Bloqueo impide a los cubanos jugar en clubes norteños si mantienen su residencia aquí o siquiera manifiestan la intención de regresar una vez concluidos sus contratos.

Mas esa realidad pudiera cambiar en un futuro más cercano de lo que se piensa y cabría preguntarse si estaríamos en condiciones de afrontar la demanda de jugadores que se generaría.

Si en otras épocas Cuba podía considerarse un semillero de beisbolistas, que se “daban” como la hierba en cualquier terreno libre, hoy la realidad no es la misma. Entre la presión del fútbol y las dificultades económicas (que pesan desde la hora de adquirir los implementos y organizar los calendarios competitivos) la pelota cubana afronta dificultades que rebasan el marco de los diamantes y bien pudieran poner entre signos de interrogación su vitalidad futura.

No por casualidad resultan más habituales las escenas de terrenos de pelota abandonados, en los que crece la maleza o terminan destinados a otros fines tan diversos como alejados de su funcionalidad original.

¿Cómo sorprenderse entonces, cuando al marcharse este o aquel jugador, cuesta tanto suplirlo por otro de similar valía, o al menos, condiciones para alcanzarla?

El ejemplo de las selecciones provinciales, cuyas alineaciones cada día son más difíciles de conformar (en buena medida por lo reducido de las “canteras” que las nutren) da una medida de hasta qué punto falta una estrategia en torno al tema.

Ya después, en un torneo como el Premier 12, solo el empuje --y a veces hasta la suerte-- son las armas para cumplir la faena.

Desde la gran carpa

Este miércoles el comisionado de Grandes Ligas, Rob Manfred, anunció la posibilidad de que un equipo de las Ligas Mayores (MLB) desarrolle un partido de exhibición en Cuba durante la pretemporada de 2016.

“Hay varios asuntos en juego, y no todos están totalmente bajo el control del béisbol”, reconoció el directivo durante la reunión de gerentes generales de la MLB. “Obviamente el gobierno federal (de Estados Unidos) tiene una gran influencia y hay que resolver algunos asuntos para que eso pueda suceder”.

Los equipos de Grandes Ligas no juegan partidos de pretemporada en Cuba desde marzo de 1959, aunque en 1999 se produjo una excepción con la visita de los Orioles de Baltimore, quienes enfrentaron a la selección nacional.

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