En principio, la noticia pareciera no ser tal, pues ya desde antes de que se escuchara la voz de ¡A jugar! no pocos conocedores apuntaban su escepticismo ante las posibilidades que tendrían los pupilos de Rolando Hernández.

Entre las mayores inquietudes resaltaban la poca profundidad del pitcheo (particularmente el de segunda línea), los problemas de la defensa y el siempre acechante dilema de la ofensiva remolcadora (un punto crítico en las formaciones lugareñas prácticamente desde que la franquicia inició sus desempeños en la pelota nacional, allá por los mediados de la década del '60).

Pero entonces, como durante mucho tiempo después, las cosas encontraban su acomodo sobre la lomita o cubriendo el campo, y el equipo conseguía rehacerse en muchas ocasiones o preservar ventajas mínimas, que en definitiva terminaban convirtiéndose en victorias.

Ahora ya no es así. Y con su nómina marcada por la renovación y la juventud, solo quedaba aguardar por la habilidad de una dirección que conjugara en la medida de lo posible las discretas armas del colectivo y lo motivara para obtener ese “extra” del que se hacen los campeones.

Tras nueve juegos queda claro que no ha sido así. Camagüey ya archiva uno de sus comienzos más pobres de las últimas temporadas –el balance de victorias y derrotas (1-8) lo dice todo– y en la perspectiva todo apunta a que su desempeño no sufrirá cambios significativos.

Entre los serpentineros, por ejemplo, solo el derecho Frank Madan muestra guarismos incuestionables (promedio de carreras limpias de 1.26), y aunque otros hombres como David Brito, Rodolfo Sorís y Rolando Rodríguez pueden incluirse en el rango de lo positivo, se hace evidente que la colina de los suspiros no será uno de nuestros puntos fuertes... al menos no en lo inmediato.

En ese sentido, pienso que la única opción sería apostarlo todo a uno o dos desafíos de cada subserie, esos en los que saldría a lanzar hasta el último brazo en condiciones; en las demás fechas, que la suerte o la casualidad decidan.

Respecto al bateo, me sumo a los que consideran que se espera demasiado para comenzar a hacer jugadas. Aclaro que no me refiero a los corridos de bases cuasi-suicidas con que en varias jornadas se han condenado buenas oportunidades, o a los toques de bola sin sentido (con dos outs, por ejemplo) que no conducen a nada, salvo a beneficiar a los contrarios. Tampoco la estrategia puede ser permitirle a un lanzador caminar nueve entradas sin siquiera entrar en conteo y hacerle gastar lanzamientos (como sucedió con Ubisney Bermúdez en el tercer encuentro frente a Las Tunas).

Aun con todas sus deficiencias Camagüey puede –en serio puede– hacer un papel mucho mejor en nuestro clásico doméstico. No hay que ser particularmente optimista para comprenderlo. Lo que importa es que el equipo logre rebasar esa fina frontera entre la victoria y la derrota.

EN NÚMEROS, ASÍ JUEGA EL EQUIPO (HASTA EL PARTIDO DEL MIÉRCOLES)

Ofensiva

Nota:

Entre paréntesis las estadísticas con corredores en base.

Pitcheo

Nota:* Promedio de la serie-lugar de Camagüey

Defensa:

Average: .959 (14 errores en 343 lances)/ Promedio de la serie: .969 (Camagüey: lugar 16)

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