CAMAGÜEY.- Los Toros cayeron ante Artemisa por segundo día consecutivo con marcador de cuatro carreras por una y se ratifican como uno de los conjuntos más inestables de la 57 Serie Nacional de Béisbol.

Las dos primeras carreras de Los Cazadores llegaron en el primer inning gracias a inatrapables de Dayron Blanco, Lázaro Hernández y Yariel Duque y una base por bolas a Yosvani Peñalver. Fue un mal comienzo para el abridor Dariel Góngora, que luego se repuso y lanzó sin sobresaltos hasta el octavo, cuando permitió las otras dos anotaciones. Estas últimas fueron sucias debido a los errores del propio Góngora y el tercera base Rafael lastre.

El también zurdo Misael Villa, abridor de los visitantes, dominó a la batería camagüeyana durante seis entradas y un tercio, permitiendo siete hits. Esta actuación confirma un doble mal karma de los nuestros: tienen record adverso como locales y contra pitchers siniestros.

Los Toros parecían despertar en el séptimo capítulo cuando Pedro Smith conectó cuadrangular como emergente por el receptor Yendry Téllez y Yandy Yanes le siguió con doblete al jardín central. Sin embargo, la dirección del conjunto artemiseño trajo al mejor cerrador cubano de la última década, José Ángel García, quien enfrió a la inspirada tanda y se anotó su octavo juego salvado de la campaña.

Notas sobresalientes por los ganadores para el jardinero central Yoan Moreno, autor de tres impresionantes fildeos sobre batazos de Leonel Segura, Humberto Bravo y Leonel Moa. Por Camagüey el estelar torpedero Alexander Ayala bateó su primer indiscutible del torneo y realizó jugadas de lujo en las paradas cortas.

UNA MIRADA AL ANDAR DE LA MANADA

Mirado con prisma de globalidad, Camagüey sigue siendo el equipo de la campaña anterior, con sus virtudes y defectos. De las primeras, se puede hablar poco más que en perspectiva, pues como en otros años, Bravo, Segura, Cousin, Moa hijo y otros conforman un pelotón de promesas que continúa evolucionando. Pocos más.

El mentado, ha sido un proceso no ha conseguido revertirse en un salto de calidad del equipo en su conjunto. Salvo por el épico resultado del play off de comodines del año pasado, y su consiguiente boleto a la postemporada, hablar del equipo de Camagüey en este campeonato parece poco menos que lo mismo que hacerlo del de hace dos o tres series atrás.

Pasemos revista a las distintas áreas de desempeño.

Al margen de los pobres guarismos de la ofensiva (que se mantiene entre las últimas del país), no son pocas las ocasiones en que se construyen oportunidades de anotación y las mismas quedan solo en eso, oportunidades. La entrada de Alexander Ayala deberá “oxigenar” la alineación y conjurará por fin los sostenidos dolores de cabeza que ha implicado la designación del cuarto madero, pero no basta para elevar la escasa productividad. Mantener a Yandy Yanes en la tanda también fue una buena decisión (la única posible en los tiempos que corren), pero lo cierto es que se deberán buscar alternativas para que dos carreras no sean un ventaja inalcanzable por cuenta de cualquier rival. Si bien la “profundidad” del cuerpo de emergentes tricolor puede medirse en milímetros, incluso la entrada de un hombre sin tanto poder en sus muñecas, si es oportuna, puede romper la dinámica del mejor de los serpentineros.

Algo similar ocurre a la defensa. Por cuenta de estos redactores, el promedio de errores “no anotados” de Camagüey se mueve en torno a dos por encuentro. Por lo regular cuestan carreras. Pongamos por ejemplo dos de las primeras carreras de Artemisa, el martes y miércoles. La historia pareció escribirse al calco, con sendos texas a lo corto del jardín izquierdo, medio mundo sin ponerse de acuerdo sobre qué hacer y los corredores siguiendo hasta la goma como si la pelota fuera de plomo. Para cualquier aficionado con un mínimo de conocimientos sobre el tema resulta obvio que en circunstancias así puede estarse escapando buena parte del juego. Si a los errores de concentración se sumaran la mala suerte y las imprecisiones que sí resulta imposible evitar, este comentario debería ser mucho más extenso.

Para otro momento queda el trabajo sobre la lomita. Con todo y sus carencias, el pitcheo ha sabido cumplir con relativo acierto su compromiso con la escuadra de las ocho, sobre el tema –sin embargo-- conviene apuntar una observación que comparten un número apreciable de los seguidores de los Toros que se reúnen en el “Cándido González”: se espera mucho, demasiado, para hablar con los pitchers, varias de las derrotas del equipo han llegado por esa causa.

Cuando mañana concluya la subserie ante Artemisa, Camagüey habrá dado un paso más en pos de su clasificación, o casi habrá puesto en números definitivos su irregular actuación de este calendario. Por lo visto en estos días, las mayores posibilidades parecen concentrarse en el segundo campo.