CAMAGÜEY.- Camagüey comenzará este martes una subserie fundamental en sus aspiraciones de reeditar el excelente resultado de la temporada anterior. Será ante uno de sus rivales más “incómodos”, Artemisa, y sobre la grama del “Cándido González”, escenario en el que no han podido registrar un balance definitivo durante esta 57ª Serie Nacional de Béisbol.

Pero el éxito en la subserie contra Granma (donde incluso el partido de la derrota se selló con disputado 4-5) alienta las esperanzas de buena parte de la afición local. Sobre todo porque de acuerdo con el organigrama, los Toros tienen aún 18 partidos por jugar, suficientes –incluso-- para “colarse” entre los cuatro primeros.

Hagamos cuentas. Ahora mismo, los nuestros ocupan la duodécima posición de la tabla, con doce triunfos y quince derrotas, el mismo saldo que los Cachorros holguineros pero con la desventaja de haber caído 1-2 durante la subserie particular.

La buena noticia es que la “raya de clasificación” (el peaje hacia el grupo de los ocho primeros) se encuentra solo dos juegos más allá, en catorce victorias, precisamente la cosecha que archivan los Alazanes de Carlos Martí, o los inspirados santiagueros de Orestes Kindelán, estos últimos inscriptos en su lista de pendientes.

Para cualquier análisis de las posibilidades tricolores se debe tener en cuenta que incluso los cuatro primeros de la clasificación (Pinar del Río, Las Tunas, Industriales y Ciego de Ávila) son “alcanzables” con un golpe de mano. Sus balances de éxitos, que se mueven entre las 19 y 16 sonrisas, no les garantizan la invulnerabilidad que en otras temporadas disfrutaron conjuntos como Matanzas.

Tampoco los dirigidos por Orlando González pueden confiarse, pues forman parte de esa amplia franja “medianera” en la que se alinea la mayoría de las selecciones, incluidos los propios yumurinos y granmenses, o Santiago de Cuba y Villa Clara.

Con tales antecedentes, la dirección agramontina deberá poner extremo cuidado en cómo conduce la nave. En particular por el hecho de que siguen teniendo bajo sus órdenes la penúltima defensa del campeonato (.950) y la antepenúltima alineación ofensiva (.236). Sin la seguridad del aporte que debieran brindar ambas, y con un pitcheo cuyo mejor calificativo pudiera ser el de “discreto” (PCL de 5.29, décimos), no hay demasiado margen para improvisar o –como en el caso de no pocos partidos– dejar que las “cosas se arreglen por sí solas”. Mucho menos cuando está en juego la posibilidad cierta de repetir el pase a la postemporada.