CAMAGÜEY.- David Lescano Artiles tiene 19 años y practica deportes desde hace solo seis meses. Llegó a las redes del bádminton mediante Nelson, un amigo y profesor de la disciplina, quien lo incentivó a probar este pasatiempo y de paso eliminar el sedentarismo que mantenía.

Pero “Davisito”, como lo conocen todos en la comunidad de Rescate de Sanguily (La Pata), ubicada cerca del kilómetro 10 de la carretera a Santa Cruz del Sur, no es un joven como otro cualquiera, tiene una característica especial.

Él padece de acondroplasia desde su nacimiento, una causa común de enanismo que se relaciona en el 75 % de los casos con mutaciones. Según estudios recientes, esta enfermedad se presenta en uno de cada 25 000 recién nacidos.

Su historia, a pesar de que es corta, acumula enormes frutos. Así lo dejó demostrado con su participación en el Tercer Festival Paralímpico, en noviembre en Cienfuegos.

“Para mí ese encuentro fue muy importante, porque era la primera vez que salía de la provincia, me separaba de mi madre y conocía a otras personas con mis características. Además, comenzaba mi carrera y las sensaciones, esos nervios en los seis partidos que disputé, nunca las había experimentado”, explica. Su debut fue casi perfecto, conquistando el primer lugar de su categoría (la SS-6) y las distinciones de mejor atleta masculino y novato del certamen, con cinco juegos ganados y uno solo perdido.

“Ahora tengo otras perspectivas, me tomo más en serio mis entrenamientos y miro hacia el futuro. Deseo representar a mi país en eventos internacionales, pero sé que eso conlleva muchos esfuerzos y sacrificios”, dice. Su preparación se desarrolla sin descuidar la escuela, su otro gran compromiso de vida, donde aspira a terminar el duodécimo grado.

“Antes no tenía motivos por los que luchar y el bádminton me los dio. Por eso cada vez que puedo, animo a los jóvenes para que sigan y se fajen por sus sueños. Problemas van a existir siempre, pero la grandeza está en saberlos superar”, comenta con una sonrisa cómplice, que aprovecho para impulsarlo hacia mejores resultados.

“¡Eso dalo por hecho! Ya probé el sabor de la victoria y no quiero perderlo; además, se lo debo a mi madre y a mis entrenadores, que siempre me ayudan. Gracias a ellos hoy estoy aquí”.

Desde ya se prepara para futuras competencias, pues en mayo próximo, durante la nueva edición del evento nacional paralímpico, el nivel será superior. Sin embargo, se siente seguro. “Confío en mí y sé que puedo dar más, aunque no dejo nunca de reconocer la calidad de mis contrarios. Esta vez los juegos serán aquí en Camagüey y podré enseñar mis habilidades a la familia, otra razón para ganar”.

Aquella tarde salí de la casa de David con el buen ánimo que me transmitió durante la entrevista. El triunfo depende de su esfuerzo, pero lleva el éxito en la sangre y ya comenzó a labrar su camino. Ese joven de cuerpo pequeño, tiene alma de gigante.