Hace cincuenta años abrió sus puertas esa gran obra de la Revolución. Desde entonces, millones de camagüeyanos la han colmado para asistir, no solo a los juegos de nuestro pasatiempo nacional, sino también a otros innumerables eventos deportivos, políticos y culturales que la hicieron ocupar un lugar de preeminencia en la historia de nuestra provincia durante el último medio siglo.

El “Cándido” marcó además un hito arquitectónico, constituyendo nuestro principal exponente dentro de la corriente brutalista, que más tarde secundarían sus similares de Santa Clara y Pinar del Río, “Augusto César Sandino” y “Capitán San Luis”, respectivamente.

ORGULLO DE LOS CAMAGÜEYANOS

Todavía muchos recuerdan las arduas jornadas constructivas y el entusiasmo que causó la inauguración del parque en aquellos días navideños de 1965. La ocasión no podía ser más distinguida, pues sobre la grama se enfrentarían Granjeros y la siempre polémica selección de Industriales.

Aunque el desafío estaba programado para el horario vespertino, las gradas comenzaron a llenarse prácticamente desde el amanecer, cuando Félix Aguilera y Rafael Saballo, se convirtieron en los primeros aficionados en ocupar sus puestos.

El resultado final, victoria local de cinco carreras por una, llegó como el mejor regalo para todos los que habían sumado esfuerzos en la construcción, y quedó como parte de la memoria histórica de toda una generación.

En estas décadas el “Coloso de la Avenida 26 de Julio” ha acogido certámenes tan importantes como los campeonatos mundiales de béisbol de 1971 y 1973, y el panamericano juvenil de 2001, además de topes amistosos ante selecciones de Canadá y Japón, entre otras.

También ha sido escenario para otras celebraciones. Baste traer al presente las competencias internacionales de fútbol, los torneos de boxeo Giraldo Córdova Cardín de 1974 y 1986, o los conciertos de Pablo Milanés y los Van Van, por solo repasar los puntos más significativos de la lista.

Por eso inquieta que aquel momento fundacional haya pasado casi inadvertido medio siglo después.

El “Cándido González” que hoy permanece silencioso por obra y gracia de nuestros malos desempeños beisboleros es el mismo que en el pasado acogió vibrantes momentos de la historia deportiva camagüeyana. Su imagen de estos días es reflejo de cuánto falta por hacer para retornar a los capítulos de gloria de otros tiempos, cuando se perdía y ganaba, pero siempre se dejaba hasta el último aliento sobre el terreno.

El “Cándido”, nuestro estadio, merece un desagravio.

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