La “Furia de Agramonte” cierra así un capítulo de su historia en el que cosechó numerosas distinciones, entre las cuales sobresalieron tres títulos mundiales y par de subtítulos olímpicos.

Todo comenzó el día (afortunado) en que sus entrenadores decidieron cambiarla del lanzamiento de la jabalina a la entonces novel especialidad del martillo femenino. El somatotipo de la jovencita y su explosividad, amén de una fuerza interna envidiable, la hacían ideal para una disciplina que algunos insistían en considerar como exclusiva del sexo masculino.

Lo que siguió es una de las historias deportivas más exitosas de nuestras últimas décadas. Recorriendo los pasos de la camagüeyana es posible eslabonar éxitos tan notables como sus tres cetros mundiales consecutivos (Edmonton 2001, París 2003 y Helsinki 2005), que con el segundo lugar de Osaka 2007 (a solo dos centímetros de la ocupante de la primera plaza), la ubican entre las atletas más importantes del mundo –según la IAAF– durante lo que va de siglo.

Para los millones que durante más de una década vibraron con cada uno de sus tiros, la partida de Yipsi representa también el adiós a toda una época del atletismo cubano, en la que los triunfos se hicieron moneda corriente gracias a figuras como ella.

Desde este domingo, cuando abandone formalmente los escenarios de competición, Yipsi pasará a ser, junto a personalidades emblemáticas como Rafael Fortún, uno de los hitos de nuestra historia deportiva.

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