La subcampeona mundial de Doha en el lanzamiento del disco, Denia Caballero, tiene, de cerca, un físico imponente, pero la misma proximidad revela a una mujer accesible y sencilla.

Muy temprano en la mañana la hallamos entrenando en la pista del estadio de atletismo Rafael Fortún, donde permanecieron por casi dos meses a finales del 2020 las principales figuras del deporte rey nacional para prepararse en tiempos de COVID-19. No pone barreras al diálogo, que empieza justo por el cambio que impuso la pandemia en las rutinas del ciclo olímpico.

“Fueron unos meses muy largos y tediosos en los que nunca dejé de prepararme con mi entrenador. Al menos tres veces por semana nos veíamos y los demás días entrenaba en casa, lo que exigía un poco más de sacrificio.

“Que nos enviaran para Camagüey resultó un paso fundamental. Teníamos que empezar la preparación, porque el mundo supuestamente se detuvo, pero cuando empezaron las competencias vimos que no, el nivel de las lanzadoras se mantuvo alto. Descubrimos que nos habíamos quedado atrás. Tocaba empezar”.

—¿Te sientes en desventaja?

—Desde un punto de vista sí. Perdimos tiempo. Ellos cuentan con terrenos privados, colchones en su casa... en fi n, mejores condiciones. No obstante, las de mayor nivel sí estuvimos en paro. Yaimé Pérez tiene una experiencia muy similar a la mía aquí en Cuba, y Sandra Perkovic en la única competición que participó recientemente solo lanzó 64 metros. Da la medida de que nos quedamos atrás las tres.

“Ahora los entrenamientos comenzaron desde cero con todo lo que lleva. Tuvo algo positivo la cuarentena: significó un descanso que muchos necesitábamos, por el tiempo que llevamos con exigencia y con algunas lesiones. Sirvió para recuperarnos”.

—Y para pasar tiempo en familia...

—Así mismo. Mi familia es un pilar fundamental. Yo creo que si no tuviera el apoyo de ellos y de mi pareja, hubiese parado hace rato. Van sucediendo muchas cosas... La vida de un deportista está llena de límites, y siempre necesitas a alguien que te diga “sigue, que tú puedes”. Ellos lo hacen.

—A los próximos Juegos Olímpicos llegarías con 34 años. ¿Irás a Tokio como si fueran los últimos?

—A los Juegos Olímpicos siempre se va con todo. Pensé en parar aquí, pero ahora me siento en buenas condiciones para seguir por otro ciclo.

—¿Cómo se vive tener en casa a tu principal contrincante ante tus aspiraciones al oro?

—Tener a Yaimé aquí es fundamental, aunque no entrenamos juntas. La rivalidad ha contribuido mucho a que el nivel del disco se mantenga. Ella no quiere perder y yo tampoco. Y eso ayuda a las muchachas más jóvenes. Nadie se quiere quedar atrás.

—Eres una atleta muy competitiva, que siempre se enfoca en alcanzar el oro. ¿Qué sientes cuando se escapa lo más alto del ranking?

—Solo fui la primera en el 2015. Con estar entre las tres primeras me siento bien. Quería ganar el último Mundial, al igual que la Perkovic. Ganó la mejor, la que más preparada estaba. Tuve dos temporadas muy malas en el 2018 y 2019, y para rematar, había fallado en el Panamericano en óptimas condiciones, y me derrumbé psicológicamente. Gracias al apoyo que recibí me recuperé y el hecho de estar en el podio mundial después de todo signifi có un logro grandísimo.

—Se nota que estás al tanto de tus principales rivales, ¿cómo avizoras la temporada y cómo te ves?

—De la que más nos preocupamos es de la americana, que lanzó 70 metros en Estados Uni-dos y no sabemos mucho de ella. Sandra en el 2016 estaba delgada, igual que ahora, y ganó los Juegos Olímpicos con apenas dos lanzamientos, uno en la clasificatoria y otro en la final.

“Para mí el camino es largo. Puedo tener altas y bajas como todos los atletas, pero lo importante es superarse ante cualquier posición, negativa o positiva, porque también puedes tener una competencia muy buena y quedarte por el cielo y que la próxima resulte muy mala. Denia está prepa-rada, enfocada para lo que venga”.

—¿Qué palabra define a esta Denia?

—Perseverancia—, dice sin meditarlo.

Y, como reafirmándolo, a segundos de despedirnos se dirige directo a su entrenador para seguir el trabajo, con el paso firme y seguro que la llevará hasta Tokio y a otras pistas donde echar a volar su disco y sus sueños.