CAMAGÜEY.-Boquiabiertos quedaron los aficionados mexicanos tras la derrota de los “12 guerreros” ayer ante los cubanos 78-67, en el último partido de la fase de grupos del basquet en Barranquilla.

Los dirigidos por José “Pepito” Ramírez derrocharon coraje sobre el tabloncillo del Coliseo Elías Chewing y demostraron que esta es la mejor generación del baloncesto cubano de los últimos años, o al menos la que mejor cara ha mostrado en eventos internacionales. Los cubanos derrotaron a un equipo mexicano plagado de estrellas y con muchas más horas de vuelo.

Al comienzo del encuentro era impensable que los antillanos pudieran plantarles cara a sus rivales de turno; sin embargo, nuestros muchachos y su director siempre se mostraron optimistas y entraron con la cabeza bien alta al tabloncillo para luchar como si en ello les fuese la vida.

“Honor, valor y defensa”, fue la petición de Pepito a sus pupilos antes de comenzar el choque, y estos no lo decepcionaron. Jasiel Rivero fue el líder con 24 puntos y nueve rebotes, el jugador estuvo imparable, parecía que no tenía nervios, que no le importaba enfrentarse a ex NBA ni a estrellas de ligas europeas. Quizás el pivot capitalino no tiene la calidad o la experiencia de Gustavo Ayón, pero jugó con honor, valor, y defendió como no lo había hecho en el torneo, para mandar a casa a los favoritos mexicanos y demostrar que el baloncesto cubano vuelve a ser tenido en cuenta en esta área geográfica.

Pero no solo fue Jasiel, todos parecían poseídos e hicieron siempre lo que tenían que hacer en el momento exacto. No bajaron el ritmo, no dejaron de luchar, fueron mejores durante los últimos tres cuartos del partido y ganaron con holgura por nada más y nada menos que once puntos. Pasaron de primeros en su llave y hoy enfrentarán por su pase a la final a los colombianos, en un duelo de pequeños que buscan dominar en terreno de gigantes.

Esta victoria tiene sabor a oro porque estos muchachos demostraron que sí se puede volver a soñar con un baloncesto que luche frente a frente con las principales potencias del área, porque llenaron de orgullo a millones de cubanos, porque emocionaron a cientos de seguidores y callaron las bocas de aquellos que pensaban que en este deporte Cuba no tenía nada que hacer. Este triunfo sabe mejor que la plata del béisbol porque la actitud, el honor y el valor en ocasiones son más importantes que cualquier medalla.

Nadie sabe el resultado que les espera hoy, pero solo una debacle puede empañar la actuación de estos muchachos que ahora no pararán de soñar con el podio.