CAMAGÜEY.- No supera los 15 años y ya le salen trucos de alta magia. Yaimaris de los Ángeles García Victoria tiene talento para sumar su nombre al selecto grupo de mujeres que con la gracia de remates, recibos y voleos hechizaron esta Isla. No teme hablar de futuro, pero primero mira al pasado.

“Comencé a practicar el voleibol a los seis años en La Guernica, cuando vivía con mi mamá. En quinto grado ingresé en la EIDE Cerro Pelado, donde crecí en estatura y calidad. Allí tuve un colectivo de profesores que me han ayudado en la vida y en el inicio de mi carrera. Les debo casi todo. Este curso me captaron para la Escuela Nacional por mis resultados en categorías inferiores, donde mis compañeras de equipo y yo hemos ganado casi todas las competencias. Esa, así rapidita, ha sido mi trayectoria”.

No vuela tan alto ni remata tan fuerte como sus coterráneas Mireya Luis y Yumilka Ruiz, pero muestra otros encantos que la ayudarán a triunfar en el deporte de la malla alta.

“Tengo que superar algunas deficiencias tácticas para ser mejor pasadora. Mis entrenadores trabajan para que conozca las mañas de este deporte y gane en visión de juego. También debo perfeccionar en el bloqueo y la recepción para convertirme en una jugadora integral.

“El público cubano admira el trabajo de las atacadoras opuestas y auxiliares, incluso de las centrales, no suelen poner su mirada en las líberos y las pasadoras. Pero hasta ahora parece que mi estilo gusta. Ser pasadora es una gran responsabilidad, porque siempre tienes un por ciento alto cuando una jugada falla. Es un riesgo que me agrada. Por ahora no me preocupa la fama, ni me veo en el futuro como esas reinas, sería pedir mucho”.

Su estilo podría encajar en el sistema 4-2 que tradicionalmente utiliza el equipo Cuba.

“Con esa táctica, corresponde a las pasadoras aportar en todas las facetas del juego, tienen la mayor exigencia dentro del conjunto. A mí me encanta organizar el equipo, llevar el tiempo en cada acción y tratar de engañar al contrario. Siempre estoy intentando jugadas de engaño y experimentando combinaciones difíciles, porque mientras más impredecible sea, más éxito tendré.

“También me gusta atacar cuando el equipo está en un mal momento, remato fuerte para que mis compañeras levanten la cabeza. Cuando las contrarias ven que tienes varios recursos para anotar, se preocupan y se desconcentran. Me han enseñado a esforzarme en cada ejercicio táctico para dar el ejemplo dentro de la cancha”.

Da la impresión de que ella solo piensa en el voleibol, que su vida transcurre en el tabloncillo.

“Lo que pasa es que cuando una se enamora del deporte no le pesa trabajar en él. Tengo muchas exigencias competitivas y casi todos los meses aparece un reto nuevo. Ahora mismo estoy enfocada en ganar cada partido en el Campeonato Nacional, porque a nosotras solo nos falta el título en la categoría de mayores, y queremos darle ese regalo a Camagüey. Luego vendrán compromisos en la Escuela Nacional y con las selecciones de cadetes y juveniles. Esto no para.

“Sin embargo, disfruto en compañía de mis compañeras, que se han convertido en grandes amigas. Con ellas comparto las alegrías y las tristezas en el deporte y la vida. Cuando no estamos entrenando o jugando, nos ponemos a oír música o a bailar, me encanta bailar. Otra cosa que me da placer es comer, como mucho, cualquier cosa, y eso me ha traído problemas con el peso. En los últimos meses he tenido que bajar casi 13 kilogramos”.

Acompaña el diálogo con una sonrisa vivaracha. Hace una pausa para tomarse una foto de equipo. “Siempre el equipo primero”. Regresa sonrojada por el choteo de sus amigas que le llaman “famosa”, “persona importante”.

“La verdad es que no sé por qué me entrevistas a mí cuando hay otras de muchísima calidad en el grupo. Casi todas estamos en preselecciones o somos de interés para el colectivo técnico nacional”.

Y no le falta razón, el colectivo que dirige otra mujer de oro, la experimentada Cándida Jiménez Amaro, es el más completo del país. Dentro de unos años, los nombres de Aidachi Agüero, Amelia Amoroso, Ivy May Vila, Melanie Arcia y Evilania Martínez, podrían aparecer en la camiseta del Cuba. La mayoría de ellas aún no piensa en contratos en el extranjero ni fama mundial; la idea de que las camagüeyanas regresen a lo más alto del voleibol nacional les ocupa la mente. Entre ellas, la niña que todavía es Yaimaris García tampoco tiene tantas pretensiones, aunque sus pases denotan grandeza. Hoy es una aprendiz con buenas notas; quizá mañana, la hechicera de las nuevas Morenas del Caribe.