ESMERALDA, CAMAGÜEY.- Llegamos sobre las once de la mañana a Brasil, su pueblo natal, y preguntamos por ella pero aún es desconocida. Procuramos por el nombre de la madre y entonces sí nos guiaron hasta la casa donde nos esperaban impacientes.

Silinda Morales, la campeona del Mundial de Cadetes en Nairobi, Kenya, estaba algo nerviosa. Es una muchacha sencilla pero elegante. Su físico y tamaño parecen desmentir la edad, pues los dieciséis años de vida le quedan cortos.

—¿Cómo llegas al lanzamiento del disco? (Hice mi primer movimiento de calentamiento, mientras ella se acomodó en su silla y respondió).

—Desde pequeña practicaba voleibol, pero en quinto grado me pasé para el atletismo. En el “Pioneril” del 2010 obtuve buenos resultados y logré que me captaran para la EIDE. El problema estuvo cuando me dijeron que me prepararían en lanzamiento del disco. Al principio la idea no me gustó, porque decían que las muchachas de esa especialidad se ponen muy fuertes, pero con el tiempo me fui enamorando de esta disciplina.

En noveno grado ya era una promesa convertida en realidad. Durante su primera competencia nacional obtuvo la medalla de oro con récord para la categoría y en el 2016 se incluyó en el equipo Cuba. “Sabía que este año sería el mundial para cadetes y desde que llegué a La Habana me propuse hacer las marcas para participar”, confiesa. Sus registros por encima de cincuenta metros le permitieron, incluso, participar en el Memorial Barrientos, una competencia para mayores, en la que se agenció la medalla de bronce.

—¿Cómo fue tu primera participación internacional? (Pude lanzar un “disparo” mientras Estercita, la ocurrente vecina, llegaba con un café de esos que el olor delata su buena calidad).

—Imagínate —me dice y sonríe—, al principio me chocaron las siete horas de diferencia y el idioma. Sin embargo, la organización fue excelente y nos ayudó bastante. El primer día me sentí algo confiada porque pedían una marca que ya había hecho y pude clasificar en el intento inicial. Así tuve la oportunidad de descansar y estudiar a mis contrarias.

A Silinda, ni el intenso frío de las noches ni la potencia de los tiros de la alemana Leia Braunagel (su más encarnizada rival) pudieron bajarla del medallero. Desde el segundo tiro se ubicó entre las primeras, hasta que en la quinta oportunidad (51 metros y 97 centímetros) subió a la cima del podio. No obstante, para eliminar dudas, se superó a sí misma en el último lanzamiento, marcando 52.89 m.

“Quiero participar en el Mundial Juvenil del 2018 y cuanta competencia pueda. Sé que el nivel será más alto, pero en septiembre cuando vuelva a entrenar, tendré muchos más motivos para esforzarme.

Para sus padres Teresa y Ciro, la lejanía y el sacrificio les parecen un precio justo porque ella pueda coronar su sueño de verse en unas olimpíadas. Mientras, Estercita vuelve a llegar hasta nosotros con un sabroso refresco y nos dice que “la niña” es la campeona del pueblo. Yo le rectifico: Silinda es ahora la campeona del mundo.