Unos treinta niños constituyen la “esperanza” de la lucha libre en Jimaguayú. El profesor Noel se mantiene a tanto en cada uno de sus pasos. Fotos: Leandro Pérez Pérez/ AdelanteUnos treinta niños constituyen la “esperanza” de la lucha libre en Jimaguayú. El profesor Noel se mantiene a tanto en cada uno de sus pasos. Fotos: Leandro Pérez Pérez/ AdelanteJIMAGUAYÚ,CAMAGÜEY.- Hace dos años, a Noel Andrés Luis le nació un hijo en la comunidad de Quan Tri. No los unen lazos genéticos ni legales, sino una misma pasión: la lucha. Desde el día que “el profe” vio en él a un campeón, Christian Cancino Pérez pasó a ser uno más de su familia. “Con él viviendo allá, no podía entrenarlo como corresponde. Así que un día pedí que me lo dieran para tenerlo aquí en Jimaguayú entre semanas, y poder seguirlo de cerca sacándole todo el talento que lleva dentro”, cuenta Noel.

La vida se ha encargado de demostrar su acierto. Muchas tardes sobre el colchón del pequeño gimnasio en el que entrenan, otros tantos topes y competencias han sido parte de la fórmula que transformó a Christian en subcampeón nacional de su categoría (11-12 años) y le aseguró un puesto en la Eide Cerro Pelado, para el próximo curso.

Desde hace 29 años Noel se empeña en encontrar “diamantes” en Jimaguayú, el segundo municipio con menos población de la provincia. A veces, pareciera un trabajo de orfebre. “Hay que buscar en todas las comunidades, hablar con los padres. Somos dos entrenadores para el municipio (Omar Ricardo Sarmiento, su homólogo, atiende la lucha femenina en el kilómetro 17 de la carretera a Santa Cruz del Sur) y a veces no podemos lograr todo lo que quisiéramos; por ejemplo, no tenemos la modalidad grecorromana por falta de un preparador para impartirla. Aun así, no pienso que nos vaya tan mal”. Los resultados en certámenes pioneriles, los aportes al alto rendimiento y la estabilidad del territorio –que desde hace años se mantiene entre los primeros del escalafón provincial-- son sus mejores avales para demostrarlo.

DE MANOS Y VOLUNTADES

Gracias a la inventiva de Roberto Crespo Basulto, en la escuela primaria Tamara Bunke no faltan los implementos para las clases de Educación Física. Tampoco las tablas gimnásticas, con las que luego Jimaguayú compite en eventos provinciales, serían posibles sin un objeto tan sencillo –y a la vez útil-- como sus marcadores. “Se me ocurrieron a partir de las viejas cajas de casetes de video que usábamos en el Programa Audiovisual. Con ellas hacemos esas señalizaciones, que son tan útiles, a veces casi imprescindibles cuando se trabaja con niños”.

Recortes de madera y cartón, viejas llantas de bicicleta, o cintas de video tejidas como una cuerda que luego sirve en las competencias de atletismo, son algunas de las “armas” con que Roberto afronta su trabajo, y que lo han convertido en uno de los concursantes más premiados en los foros del Inder y Educación a nivel de municipio. Lo más importante, sin embargo, es que ha podido vencer con ingenio las carencias.

Luis Manuel Fernández León Luis Manuel Fernández León  De ingenio saben también Luis Manuel Fernández León y Wedmar López Rodríguez, profesores de bádminton y ajedrez, respectivamente. El primero dedica sus tardes a enseñar a niños y jóvenes en la comunidad Rescate de Sanguily —mucho más conocida como La Pata—, donde alienta el orgullo de haber sido “el primer entrenador de David Lescano Artiles, el muchachito del ‘Alma de gigante’”.

 

 Wedmar López Rodríguez Wedmar López RodríguezWedmar, a su vez, recuerda cómo en Jimaguayú el juego ciencia tiene defensores, a pesar de lo poco numerosa de su población. “Para algunos, nuestros resultados pudieran considerarse discretos, pero esa sería una visión parcializada”, dice. “Somos un territorio pequeño, pero en cada victoria, o incluso en los triunfos que no pudieron ser, va mucho de nuestro esfuerzo. En este municipio la gente no se rinde”.