Este joven, nombrado José Miguel Sánchez Gómez, más conocido por su seudónimo, anticipa detalles a Adelante digital, entre otras reflexiones acerca de un género preterido por la crítica pero con demanda de lectores.

¿Cuán fantásticos o no han sido los últimos años para el género en Cuba?

Desde que tras la sequía editorial del Período Especial volvió a publicarse ciencia ficción en el 2000, por Extramuros en la colección Impacto, cada año han aparecido al menos cinco títulos, entre Letras Cubanas, Abril, y, sobre todo, Gente Nueva. La colección Ámbar de esta editorial ha acogido con los brazos abiertos a los autores del fantástico cubano, y teniendo una excelente respuesta de público, ya supera cada año la decena de títulos.

“Podemos decir entonces que estamos en el mejor momento de toda la historia del género en Cuba, en cuanto a cantidad de publicaciones y a calidad, porque también, además de mantenerse concursos especializados en esta clase de literatura ya clásicos, como el de cuentos cortos de la revista Juventud Técnica, o el Calendario, han surgido otros, como el Hydra de Abril, La Edad de Oro de Gente Nueva y recientemente, se recuperó el David de ciencia ficción, que no se convocaba desde 1990. Hay mucha gente, y muchos jóvenes, escribiendo ciencia ficción y fantasía, porque también hay muchos lectores. Y, ya se sabe, en estos géneros a menudo el público se vuelve creador por puro entusiasmo... y mucho tesón.

Aunque la crítica tenga la ciencia ficción como algo menor , ¿cómo explicas el incremento de cultores?

Cada vez somos más autores, y ya no sólo los de más de 40, los "rankeados y premiados", como pudiera decirte. Este género tiene un vertiginoso relevo generacional: ahora mismo coexistimos al menos cuatro generaciones en el panorama editorial del fantástico cubano. Muchos de los más jóvenes deben su interés en la fantasía y la ciencia ficción a los audiovisuales, al manga y al anime japoneses, a los cómics de superhéroes de la Marvel y la DC, a las películas... y quizás por eso al principio parecen más torpes, lingüística y estilísticamente hablando, pero suplen esta carencia rápidamente con un notable despliegue de imaginación. Cada vez los animados, las series y los filmes fantásticos son más populares, a nivel mundial, al igual que los libros. Y el auge de los géneros en el país es reflejo de esta necesidad de maravilla que siempre ha tenido la gente... sobre todo en tiempos difíciles, como estos desde el 2007, en que la crisis económica sacude a Europa y al resto del mundo.

¿Qué lectura haces de la apertura de la Editorial Ácana con una colección para la literatura que defiendes?

Camagüey es uno de los epicentros otaku de Cuba. Y en un sitio donde hay tantos fans a la historieta y la animación niponas, que a menudo son fantásticas, la ciencia ficción y la fantasía arrasan. Ácana ha comprendido, como lo hizo en su momento la capitalina Extramuros, que hay multitudes de jóvenes lectores esperando ansiosos por nuevas obras del género. Y no sólo de los clásicos mundiales, sino sobre todo de autores cubanos, muchos de los cuales ya tenemos seguidores en todo el país. Creo que es una apuesta económicamente muy lógica, a la vez que culturalmente valiosa: la ciencia ficción será una literatura menor sólo hasta que la generación que creció en un mundo de nuevas tecnologías y cambios cotidianos llegue a la mayoría de edad... y pida más, digan lo que digan los críticos.

 A través del sello de Camagüey publicarás una cuentinovela inédita en español. En el contexto actual, ¿qué esperas de la obra?

La obra que publicaré, PAÍS GRANDE, PAÍS PEQUEÑO, aborda, a través de tres historias de ciencia ficción relacionadas, las relaciones entre dos naciones muy diferentes en sistema social y dimensiones, pero vecinas. Es una clara metáfora de Cuba y los Estados Unidos... y en estos momentos en que las diferencias entre ambos países tienen, por primera vez en decenios, perspectivas claras de solucionarse, creo que puede ser una lectura que arroje una luz esclarecedora, ¡a la vez que sarcástica y, espero, muy humorística!, sobre las complejidades del contraste entre las dos idiosincrasias de nuestras naciones. Por eso creo que es una buena elección de Ácana para comenzar la colección Excalibur: ciencia ficción, sí, pero para nada divorciada de las problemáticas del ahora y aquí... si es que hay alguna buena ciencia ficción que lo esté, alguna vez.

“No escribí ese libro para agradar a nadie; espero, sinceramente, que la lectura de mi obra genere muchas polémicas. Una idea que no genera discusiones no es idea. Y para el público en general escribo, no para los funcionarios. Espero que la gente ría, y sonría al reconocerse, a uno u otro lado del mar, en los personajes de esta trilogía de historias. Y que tenga a la vez suficiente humor como para darse cuenta de que parodiar no es destruir, y de no hay nada más serio que una buena broma, ni nada tan sagrado que no se pueda o se deba alguien burlar de eso. ¡Pobre causa justa, si no resiste unas buenas risas a su costa! Porque el humor tiene un poder desacralizador al que sólo lo anquilosado, lo dogmático, teme... y ahora que estamos en medio de una cruzada de renovación de la sociedad cubana y su proyección internacional, una cruzada por deshacernos de los más vetustos fantasmas de lo viejo para afrontar los nuevos tiempos con dignidad y alegría, se necesita más humor que nunca”.

¿Qué te ha ofrecido la literatura fantástica que no has encontrado en otro género?

El fantástico siempre me ha ofrecido la oportunidad de jugar, de dejar que el niño que todos llevamos dentro, pero demasiados matan o encierran, sea libre y feliz creando universos diferentes... que siempre están en este, porque, por libre que parezca, la imaginación es apenas una manera de entender la realidad.

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