Ondea la bandera cubana en embajada en EE.UU.
La ceremonia, presidida por el ministro de Relaciones Exteriores Bruno Rodríguez Parrilla y compuesta además por una representación de más de 30 personalidades procedentes de sectores culturales, políticos, científicos, deportivos, religiosos, cooperativistas, estudiantiles y una amplia presencia de amigos norteamericanos, exteriorizó su satisfacción por este acto que marca un importante primer paso en el largo camino emprendido para borrar 54 años de incomunicación y hostilidad entre los dos gobiernos.
El acontecimiento histórico tuvo lugar después que el 1ro. de junio del 2015 los presidentes de Cuba, Raúl Castro Ruz y el de Estados Unidos, Barack Obama, intercambiaron cartas en las cuales expresaron la decisión de ambos gobiernos de dejar oficializados los vínculos diplomáticos a partir de la fecha citada.
Por su parte, en conferencia de prensa conjunta ofrecida con Bruno Rodríguez Parrilla, después de la ceremonia en la sede cubana, el Secretario del Departamento de Estado, John Kerry, anunció que en agosto 14 viajará a Cuba para dejar inaugurada oficialmente su embajada en La Habana para la que ha sido designado Jeffrey DeLaurentis como encargado de negocios interino y que radicará en el edificio de la anterior Oficina de Intereses, donde el designado ocupaba el cargo de jefe.
Se abre en perspectivas, después de este importante paso, un camino complejo que bajo la observancia de la Carta de las Naciones Unidas y la Convención de Viena, deberá conducir a la total normalización de las relaciones y cuyo espacio de tiempo para que esto se logre es casi imposible de calcular, porque aún son muchos los asuntos a resolver, acumulados a lo largo de estos 56 años en los que prevaleció un clima de hostilidad hacia Cuba, cuyas consecuencias son difíciles de borrar de un plumazo.
Por lo pronto, el principal obstáculo para avanzar hacia la plena normalidad de estos vínculos, ha dicho y reiterado el Gobierno cubano, es poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero que se aplica aún con todo rigor y causa daños y carencias a nuestro pueblo y dificulta el desarrollo económico del país.
Quedan pendientes además, la devolución del territorio de la Base Naval estadounidense en Guantánamo, el cese de las transmisiones radiales y televisivas hacia nuestro territorio, violatorias de las normas internacionales, la promoción de programas subversivos y desestabilizadores internos, y la compensación al pueblo cubano por los daños ocasionados por las políticas agresivas de los gobiernos norteamericanos en todos estos años.
No quieren decir todos estos asuntos pendientes por resolver que no se podrán desarrollar relaciones civilizadas entre Cuba y los Estados Unidos, cimentadas en el respeto mutuo y absoluto a nuestra independencia y soberanía y al derecho a elegir el sistema político, económico y cultural que los cubanos deseamos darnos, sin injerencias de ninguna naturaleza.
Este nuevo período que se inicia a partir del día 20, y a pesar de la oposición de un grupo de legisladores anticubanos y la ultraderecha republicana, ha sido bien recibido por la opinión pública internacional, sobre todo en América Latina y el Caribe y por los pueblos norteamericano y cubano que ven en el comienzo y continuación de este diálogo la posibilidad de vínculos bilaterales para beneficio de ambas naciones y del clima político regional.
Cuba continuará invariablemente con sus ideales de independencia y justicia social y de solidaridad con las causas justas de todo el mundo y reafirma cada uno de los principios por los que hemos luchado a lo largo de más cinco décadas, sin desmovilizarnos “ ni un tantito así “, como diría el Che, porque la confrontación ideológica entre nuestro socialismo y el capitalismo no terminará hasta que este desaparezca como sistema social, político y económico de este convulso mundo.
Que se izara nuestra bandera y las notas del himno nacional resonaran nuevamente en el edificio de la calle 16, en la capital estadounidense, es demostrativo de la capacidad de resistencia ante toda adversidad de los cubanos y sobre todo, de la sabia conducción de este proceso revolucionario por Fidel, Raúl, y de la buena voluntad que nos anima para seguir avanzando en el proceso de normalización de las relaciones diplomáticas con el Gobierno de los Estados Unidos.
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